Casa Enrique, emblema de la gastronomía tradicional cántabra

Hemos Comido…en Casa Enrique, un expositor de la tradición gastronómica de Cantabria, tercera generación de hosteleros y todo un emblema.

Septiembre 2018. A Enrique suelo acercarrme a visitarle en verano y en alguna ocasión hasta hemos comido juntos, ya que es un entusiasta y un gran conocedor de los vinos nacionales, a la par que un gran gastrónomo. Pues, una vez que me siento, me entero que ha tenido un accidente casero y que está en silla de ruedas, vete y ven a rehabilitación; de todas maneras no ha perdido ni el humor ni el amor por el negocio y todos los días como un reloj se pasa por el restaurante a ver como van la cosas. 

Casa Enrique Solares

Como siempre el pan de Bedia y sus diferentes creaciones. Por cierto, un pan que siempre me ha gustado y busco en otros lugares, pero que solo lo encuentro aqui y al que siempre le acompaña un trozo de mantequilla, para pasar el rato mientras esperas la comanda.

Casa Enrique Solares

La carta sigue siendo la de toda la vida, pero es algo que aquí no necesito consultar, ya que siempre sé qué voy a pedir de primero, y el segundo o los segundos siempre son lo que decida mi anfitrión, en esta ocasión anfiriona, ya que Enrique todavía no había aparecido.

Casa Enrique Solares

El comedor de siempre, inmaculado, con una decoración de otros tiempos pero con gran encanto, recordando lo que fueron las grandes casas de comidas de las que pocas quedan ya.

Casa Enrique Solares

En Solares está claro, agua, ya que vino, como hay que coger el coche, mejor prescindimos de él. Pasamos al primero, los caricos que tantas alegrías le han dado a la casa y que la han hecho famosa internacionalmente, un producto que vienen elaborando magistralmente desde hace tres generaciones.

Casa Enrique Solares

El carico «A PELO», caricos, alguna verdura, agua, aceite y mucha paciencia. Sin poner a remojo. El sabor de esta alubia tan nuestra es único, me recuerda a las castañas. No necesita acompañantes, no como otras legumbres u otras variadades de alubia que necesitan estar acompañadas para sacarlas provecho, otro asunto es la necesidad de aportar alguna grasa para pasar el frío invierno. 

Casa Enrique Solares

Pero a mí como verdaderamente me gustan es así, con unas piparras en vinagre y nada más, un lujo único de nuestra región para un producto autóctono.

Casa Enrique Solares

Otro de los, para mí, indiscutibles y obligatorios de la casa: lengua con tomate. Todos los buenos calificativos que se me ocurran son pocos, una salsa de  tomate con un punto de acidez perfecto, una lengua que se deshace y unas patatas que se mojan con el tomate, tradición en el plato.

Casa Enrique Solares

Para terminar, y a la vez que apareció Enrique en su silla, asadurilla de lechazo. Como la hacían en mi casa, el mismo sabor y textura, recuerdos de infancia. Este plato no lo conocía, pero ya le tengo asignado al menú a partir de ahora.

Casa Enrique Solares

Y por fin el precio, el precio de un producto artesano, con una gran carga de paciencia y en otros platos de elaboración, solamente limpiar la lengua ya lleva un buen rato, la asadurilla igual, horas de cocina y no solo guisando, que los caricos se colocan en la cocina económica a primera hora de la mañana para que estén a la hora de comer. Estas cosas no tienen precio y son tradición.

Casa Enrique Solares

En fin, la próxima vez que me acerque espero que me atienda Enrique como es habitual, que sé que va a ser así. 

Por El Mule

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