Hemos Comido…En Tanos en El Pericote, este año me he acercado en unas cuantas ocasiones, pero cuando buscas un sitio para dar de comer a un carnívoro creo que este es uno de los más acertados
Septiembre 2018. Me acerque con Agustín, un cántabro exilado en la capital del reino, para que disfrutara de la gastronomía local, en concreto de la carnívora gastronomía local, y he aquí lo que ocurrió.
Agustín, como yo, es un entusiata de los cavas, así que no hubo problema a la hora de elegir el líquido elemento. Ellysia, mi habitual en El Pericote, un cava que siempre me gusta.
Comenzamos eligiendo la carne que íbamos a tomar como principal, dos entrecotes, uno de machora y otro de rubia.
Como suele ser habitual en el lugar comenzamos con una serie de embutidos o embutido y cecina. A cual mejor, uno menos curado que el otro, lo que uno gana en maduración el otro lo pierde en sabor, la textura cambia de más blando a algo más terso, y los sabores evolucionan.
A la cecina le acompañaban unos tacos de quesucos de Liébana.
Nos sirvieron unas alubias con chorizo de buey, elaborado en la casa, que sí estaban muy buenas de sabor, la alubia no resultó estar a la altura habitual del lugar, estaba un poco pellejuda. Después comentándolo con Cesar nos contaba que este año no encuentra buenas legumbres.
Después de las alubiucas continuamos con uno de los ineludibles del lugar, el steak tartar. Motivo más que suficiente para visitar el restaurante, cortado a cuchillo y con cuatro añadidos que no ensombrecen una carne espectacular.
Y por supuesto, las también ineludibles mollejas, una ración que nunca me pierdo cuando visito El Pericote.
Le llegó el turno al entrecote, acompañado de unas buenísimas patatas artesanas y unos pìmientos asados de escándalo, más aún en las fechas en las que estamos, justo en plena temporada del pimiento de Cantabria.
De la carne no voy a decir nada, pues sería repetirme, lo único que esta vez pedimos que no nos pusieran la piedra, que nos lo sirvieran al punto y como dicen los vascos: «Que trabaje el parrillero».
De postre tiramisú con queso Del Pido, que a Agustín, que no es muy de postres, le gustó.
Y para terminar, un queso de Cantabria que tampoco había probado nunca (un queso que me fascina y que todo lo que tiene de feo antes de limpiar lo tiene de sabroso) el queso de Lebanes, estaba claro que le iba a gustar y así fue.
De copón, pues el copón que siempre tomo aquí, el wisky con ginger-ale único. Me acompañó Agus con el mismo combinado .