Vuelta a El Molino, como la mayoría de los años por estas fechas, siempre de celebración, pues nunca me ha defraudado una visita a este restaurante
El Nuevo Molino ha ido evolucionando con el tiempo, mis primeras visitas fueron con su fundador Víctor Merino, después ha ido cambiando de manos y ahora está en las de Toni González, que se ha centrado en la tradición gastronómica cántabra.
Se ha potenciado la terraza (que por cierto estaba llena) y se han reformado todas las instalaciones, situando una cocina en la capilla que se utilizó mientras se hacían las obras, el hórreo se le ha habilitado la parte inferior con una cristalera, donde ahora hay un comedor.
✅️ Comenzamos con el clásico aperitivo bienvenida. Tres bocados a cuál mejores y uno ellos adaptado a celiacos. Con los aperitivos nos ofrecieron sidra de Cantabria, Somarroza.
✅️ Comenzando con el menú tomamos unas entradas de bocarte marinado, tomatitos asados y velouté de hierbas. Genial, nos ha maravillado a los dos comensales el sabor de la velouté, que es increíble.
✅️ Seguimos con coliflor frita, romesco y cocochas de bacalao. Otra elaboración de nivel superior, en la boca hay una explosión de sabores, muy recomendable.
✅️ Para terminar, ya que los dos comensales tomamos lo mismo, taco de bonito. Perfecto de punto, exterior crujiente, rosita en el interior y muy caliente, con algo de tomate frio y cebolla encurtida, un auténtico vicio. El bonito venía sobre un fondo de salsa de marmita que acompañaba a la perfección, mejor imposible.
✅️ Para terminar postre de helados y brownie.
Con el café unos petit fours, la comida la acompañamos con Gramona.