Hemos Comido…en El Hostal, los dominios de Menchu y Gustavo, un lugar que habla por sí solo y donde sabes que el éxito está asegurado pidas lo que pidas.
Son ya munchos años siguiendo a Gustavo en su ir y venir por diferentes locales, y siempre con el mismo denomionador común: una cocina sincera, de paciencia y de conocimiento, donde las elaboraciones resultan magistrales siempre y donde sabes que si invitas a alguien quedarás como un señor.
Si Gustavo es un consumado chef, Menchu en la barra te atiende siempre con una perfecta profesionalidad y a su vez dirige una bodega que no tiene nada que envidiar a cualquier otra de nuestra comunidad, con una serie de vinos no habituales y muy seleccionados; nosotros en esta ocasión comimos con un At Roca, un cava que ya conocemos de otras ocasiones y que cumplió con su fin a la perfección.
De aperitivo un foie casero. Nada que ver con la oferta habitual de esta elaboración, acompañado de mermelada con un contenido ínfimo de azucar, puro vicio.
Comenzamos con una ensalda de perdiz. La caza y los escabeches son unas de las muchas especialidades de Gustavo. Todos los años presenta unas jornadas de caza que son inexcusables para mí, asisto a ellas sí o sí, y cada año salgo igual de extasiado. Y como cabía esperar la ensalada nos sorprendió a los tres comensales, un escabeche ligero que ensalzaba la carne de la codorniz, puerro y alguna verdura complementaban esta gozada de ensalada.
Gambones marinados. Seguimos con las elaboraciones que no ensobrecen, si no que ensalzan los sabores, el trato del producto es excelente y estos gambones cuasi crudos, con tomate, cebollino y poco más son superiores.
Ya dentro de los segundos, las dos comensales que me acompañaban, que por cierto eran celiacas, compartieron también los segundos. Una lubina que su aspecto lo dice todo y que les sedujo al primer bocado.
Y también compartieron unas albóndigas con foie. Una elaboración que hace mucho tiempo no disfrutaban, pero que en esta ocasión se brindó Gustavo a elaborárselas y les supo a gloria, acompañadas de unas perfectas patatas artesanas.
Tomé de segundo alubias con caza. Potentes y sabrosas, muy a mi gusto, un plato de cuchara de diez.
Para acompañar al postre un Pedro Ximenez congelado al que me he vuelto adicto desde esta ocasión.
Dos de los comensales tomamos postre un arroz con leche, para con el cual solo hubo elogios.
Yo tomé un tiramisú muy especial que resultó el perfecto final de una comida de diez, ni un pero en nada.
Y al final una nota para una comida única con un RCP difícil de superar.