Son dos las veces que me he dejado caer por este lugar pese a que no me termine de entusiasmar del todo.
Algunos compañeros míos de la escuela mexicanos me lo habían recomendado y, daba por hecho, que, por esa razón, me sorprendería para bien.
El primer día fui junto con tres amigos. Me llamó la atención, al ver que, en la carta, no tenían margaritas. Si es verdad que disponían de bebidas típicas como micheladas, pero, al estar hechas con cerveza no pude probarlas ya que no disponían de sin gluten.
El sitio era muy agradable y el restaurante amplio. Las encargadas de tomar nota fueron muy amables ya que avisaron al cocinero para que así me pudiera explicar que podía tomar siendo celiaca y que no. No se les puede llamar camareros ya que en este sitio no hay servicio, tienes que pedir todo lo que vas a almorzar a la vez y, a continuación, escoger la mesa en la que sentarte. En caso de necesitar algo durante la comida, debes levantarte a pedirlo.
Una cosa que no me gustó nada es que nos trajeron todo lo que pedimos a la vez y se nos quedo la mitad frio, que menos de avisar cuando además habíamos dicho que queríamos compartir todo. Preferiría tener que levantarme las veces que hiciesen falta y no comerme las cosas congeladas. Ya que además hicieron falta más tortas de maíz y, cuando llegaron, parte de la comida estaba como la suela de un zapato.
Pedimos unos nachos barbacoa, tacos de chili con carne, chori-queso (fundido de chorizo) y papas rústicas con mantequilla, carne pastor y relleno de queso fundido. Los dos últimos platos venían con tortitas de maíz, pero no con las suficientes. Se adjuntan las imágenes, continuación, en el orden que se han enumerado los platos.
Nos animamos a probar las salsas que había para servirse, pero, incluso para mí que tolero bastante el picante, era demasiado. Por lo que si alguno va recomiendo que no se haga el héroe y lo vaya probando poco a poco.
Antes de acabar vimos que nos quedamos sin tortitas y aprovechamos a pedir una ración más de nachos, en esta ocasión nachos pastor. Estuvimos de acuerdo en que fue lo que mas nos gustó a todos.
En mi opinión, todo estaba correcto, pero no es el mejor restaurante mexicano en el que he comido. Si que es cierto, que la relación calidad-precio está bien para lo que es Dublín, comimos por 10€ cada uno, bebidas aparte.
La siguiente vez fuimos tres personas, dos de ellas repitieron. Decidimos ir ya que a ellas el sitio sí que les gustó mucho y quedaba cerca del colegio donde íbamos. Para almorzar decidimos volver a elegir los nachos pastor, que tanto nos gustaron la primera vez, y probamos los de chili con carne.
Después, pedimos un volcán de pollo chipotle y otro mexican chorizo, para cada uno. Era el mismo formato que los tacos, pero crujientes y, en la superficie, llevaba queso fundido. A mí, personalmente me gustó mucho más el segundo ya que el pollo no es que me entusiasme, pero era por cambiar de sabores.
Las dos veces que he estado aquí me he quedado con gana de probar los chilaquiles, pero solo lo sirven hasta las 13.30. Estos son tortitas de maíz con alubias, huevo, cebolla y queso fundido. Tienen que estar buenos. No disponen de ningún postre sin gluten. Esta vez nos gastamos 9,5€ cada uno, bebidas aparte. Para algo rápido está bien.