Hemos Comido…en Somo en El Galeón, a celebrar el Carmen día muy importante en mi casa, mi padre y mi hermano son marinos.
Julio 2014. Y día muy importante para una villa como Somo, un pueblo que vive de cara a la mar, con vocación marinera, una gran tradición pescadora, mariscadora y últimamente surfera. Somo es uno de los lugares precusores en Cantabria y en España de práctica de este deporte.
La primera tienda surfera que yo conocí fue Xpedding, donde se reunian surfers míticos como Zalo, Chino, Carlos, Gelo y un largo etcétera de no la primera, pero sí de la segunda tanda de surferos españoles, casi coetaneos de Fiocchi y todos de mi edad, aunque yo no practicara habitualmente este deporte, solía ir con ellos pues muchos eramos amigos de pandilla. A mí me gustaba más el paipo.
Con esta nota nos reservaron la mesa, muy de agradecer, a mi novia le encantó. Si despues le añades la comida, que fue de lujo, el día perfecto. No lo fue tanto por la busqueda de aparcamiento, pero esto último forma parte de la anecdota.
Bueno, pues terraza veraniega y día del Carmen, a darnos un homenaje como pocos en un sitio que brilla por la calidad del producto y por la elaboración.
Junto a la terraza hay una zona donde tomarte una copa, un café despues de la comida o un vermout antes.
Y comenzamos con unas cigalas de una calidad superior. Nunca había tomado unas cigalas con la tersura que tenían estas, no eran especialmente grandes, pero estaban fresquísimas (vivas) y de una calidad superior, punto perfecto y el componente salado justo sin matar sabores. Deliciosas.
De segundo algo que me resulta inevitable en este restaurante: tartar de atún, 250 gramos de atún cortado en pedacitos y sin estridentes añadidos, acompañado por los alrededores de algún alga y huevas. Puro sabor a atún, una maravilla, intenso de sabor y como debe de ser un tartar, sin disfraces.
Por último, el rey de la comida. Imaginate que te ponen un rape entero sobre la plancha, un rape negro, un poco de sal y ceite de oliva, eso es todo. El resultado es una maravilla del mar. Nunca había probado un rape que me llamara tanto la atención como este. Dimos buena cuenta de él aun siendo una ración muy generosa, el rape era como de algo más de dos kilos y terminamos llenos, pero no dejamos nada sobre el plato, pues sería pecado. Un auténtico descubrimiento del que hacemos referencia cada dos por tres recordando ese día y buscando excusas para volver a tomar otro igual. La verdad es que el rape es feo de narices pero a sabor no le gana nadie.
En resumen, todo sigue igual: calidad, calidad y calidad, avalada por un producto exepcional y una mano también excepcional que mima el producto como nadie, raciones generosas y un buen precio. Que poco voy a tardar en volver.
Como podeis ver en la factura el precio no es bajo, pero según mi opinión la comida vale todos y cada uno de los euros que se pagaron por ella, a la que calificaría de diez.
Por El Mule