Comida de muy alto nivel, todo lo que hemos tomado ha sido una delicia, clásico pero marcando diferencias.
Llevaba casi un año para acercarme a este restaurante, pero las cosas se complican y al final, entre ponte bien y estate quieto, ha pasado un montón de tiempo.
Para comenzar, una croqueta de carne de cocido de verdad. Crujiente, bien escurrida, bechamel en su punto y con un maravilloso sabor a carne. Brutal.
Ajoblanco con sardinas marinadas en vinagre y manzana. Un agradabilísimo sabor que aporta la sardina al ajoblanco, muy complementario con las tiras de manzana y el vinagre. Soy muy amigo de los marinados y este me ha seducido por completo y más aportando gran valor al conjunto la humilde sardina.
Manitas, mole e higo verde. Otra novedosa elaboración compuesta por unas manos limpias formando un pequeño adoquín en tempura crujiente y sabrosa. La salsa acompañante, junto con las manos, forma un conjunto de textura y sabor único. Dos texturas opuestas, una crujiente exterior y otra melosa interior, que comparten una salsa de excelente sabor.
Continuamos con un nada ortodoxo tartar de bonito, marinado en ponzu de tomate, mayonesa japonesa y helado de boniato. Un tartar diferente de muy agradable sabor, hasta ahora todo distinto.
Para terminar bacalao confitado. Si hay una manera de definir este plato es que resulta perfecto. El bacalao, además de ser una buena tajada, está en su punto, y la base de patata le va de perlas.
Dos postres a tener en cuenta, tarta de queso, y chocolate, naranja y jengibre, a cual mejor.
Nos acompañó durante la comida este buen amigo, también compartió algún que otro bocado, un espontaneo que habitualmente se acerca a ver qué pilla, muy majete el individuo.
Un buen RCP, mejor imposible.