Nueva charla y cata de producto local para empresarios de Hostelería.
El miércoles 22 de febrero nos juntamos por la tarde para hablar y catar con Bodegas Cayo, de Liébana, junto con los tradicionales alciturrianos de Santander.
En la década de los 50 del siglo pasado, había un obrador en la calle Peña Herbosa de Santander, que elaboraban una receta propia de dulce que bautizaron con el nombre de “alciturrianos”, debido al apellido de la familia que los creó, Alciturri.
Eran la atracción de todo el que paseaba por delante de la tienda obrador, que contaba con un gran escaparate donde se amontonaban los dulces a granel.
Tal fue el éxito de dicho dulce que contaba con almendra, harina, azúcar, manteca… No os vamos a decir la receta completa, por si acaso. Mucho rodillo para amasar, horno y azúcar glas.
Como nos explica Víctor Alciturri, que sigue el legado familiar, respetando la misma receta que inventaron sus antepasados, es por méritos propios, el dulce de Santander.
Si preguntamos a cualquiera los dulces típicos de Cantabria y sus zonas, la respuesta es clara. Los sobaos pasiegos de la Vega de Pas, las corbatas de Unquera, las pantortillas de Reinosa, el hojaldre de Torrelavega… y los alciturrianos de Santander.
Si a estos dulces les acompaña un Tostadillo M. Palacios de Bodegas Cayo, un vino de licor dulce, pero no empalagoso, especialmente pensado para los momentos importantes de la familia.
Recogemos los mejores racimos, especialmente de uva tinta, los colgamos enteros dentro de una cabaña en Liébana, como si de un tendal de ropa se tratara. Abrimos la puerta y la ventana, que haya corriente de aire para quitar el agua de la uva, que se vaya secando.
Vinificamos en tinto, añadimos alcohol vínico para cortar la fermentación de las levaduras y obtenemos un vino de licor con 17%Vol. Dulce, pero no empalagoso.
Especialmente pensado para celebraciones familiares; que nos visitaba el alcalde, tostadillo. Que venía el veterinario, tostadillo. En la pedida de mano de una hija, tostadillo. En el entierro de un familiar, tostadillo. Un vino para celebrar y agasajar a quien nos visitaba.
También la familia Cayo nos trajo su tinto Lusía, con Mencía y Tempranillo (85/15), para pasar un tiempo en fudres de madera hasta conseguir un vino honesto con la zona de Liébana.
Luego nos trajeron un blanco elaborado con uva Palomino y macerado unos días en los hollejos de uva tinta.
Muy curioso, la verdad. Es un vino que necesita defensa, necesita explicación. Si un cliente te pide un vino blanco y le sirves el Enza, lo primero que te dice es que eres daltónico, que no distingues los colores; pues tiene color de tinto de capa baja o quizás, de un rosado tomado de color.
Sea como fuere, es una apuesta personal de Manel Cayo, y nos resulta muy sorprendente. Y ¿por qué no?; si estamos deseosos de que nos sorprendan con un vino diferente y fácil de beber, que no nos haga pensar, tan solo disfrutar.
Lo último que nos aportaron a esta memorable tarde, fueron unas botellas de Vermú en base a Tostadillo. Ni etiqueta tan siquiera, eran pruebas que están haciendo y que nos sorprendieron por su originalidad.
Ahora empieza el Año Santo Lebaniego y qué mejor manera de celebrarlo que consumiendo producto local, como los vinos de la familia Cayo tanto en alimento líquido como en alimento sólido. Su restaurante, su bodega, sus vinos y su familia, rezuman honestidad y buen hacer. Porque son “buena gente”, de verdad.
