Hemos Comido…en Cadelo, de comida con un compañero de trabajo que no lo conocía, algo imperdonable.
Diciembre 2018. Empezamos pidiendo el vino, queríamos un blanco y cambiar un poco de los clásicos. Al final nos decidimos por un Brandán, un Ribeira Sacra 2017 Godello, muy fresco y ligero. De paso untuoso, destacan los aromas de fruta blanca. La acidez esta bien equilibrada. Al final resultó una elección perfecta.
Para ir abriendo boca, dos croquetas de jamón ibérico. De la calidad a la que nos tiene acostumbrados Kiano, fluidas y sabrosas, sin un resto de aceite.
Compartimos todas las raciones. Estaba claro que íbamos a empezar con las inexcusables gambas a la sal. Un espectáculo como siempre, a el otro comensal, neófito en estas elaboraciones, le pareció una ración de diez. A partir de ese instante siguió subiendo en la escala de la puntución.
Alcachofas a la plancha, crema de queso y aire de limón. La alcachofa muy al dente, desprendiendo todo su sabor y esplendor en el momento que la muerdes y te llega un leve gusto a parmesano con un toque de limón. Seguimos en el mundo de los vicios, tres hurras por el cocinero.
Arroz de vaca, parmesano y piparras. Un arroz de aspecto alicantino, seco y de gran sabor a carne. Las piparras aportaban cierto saborcillo encurtido que acompañaba muy bien. Este tío no falla una, es un auténtico crack de la cocina.
Para terminar, pierna de cerdo asada, queso chedar y mayonesa de hierbas. Ya lo he tomado en otras ocasiones y si repito es por algo.
Para terminar, dos postres compartidos, tarta de queso de Las Garmillas y chalota de vainilla con gel de flores.
Para terminar el precio, a mi entender mejor imposible, cuando un lugar como Cadelo no deja de sorprenderte por mucho que vengas y repitas, el precio es irrelevante, aunque en este caso esté tan ajustado como lo está.