Hemos comido en Venta Pepin, en la frontera con Palencia.
En la subida a Piedras Luengas, a poco menos de dos kilómetros del pueblo y muy cerca de la intersección de entrada a Polaciones. Por cierto, si vengo especificamente a Venta Pepín lo hago por Polaciones, creo que es mejor carretera y el paisaje también acompaña.
Goza de gran prestigio en la zona, yo siempre he oido que los lebaniegos si quieren disfrutar de una buena carne se acercan a la Venta.
Habíamos quedado, un nutrido grupo de alrededor de treinta, a comer uno de los clasicos de la casa, el cocido lebaniego con matanza, que había sido hacía pocos días.
Ya a la entrada nos esperaban con un chorizo de la casa, ligeramente picante, que con un tinto de la zona y un pan de alrededores, artesano cien por cien, resulta un vicio y una rareza en estos tiempos que corren, más km0 creo que no puede existir.
Después de hacer los honores al chorizo nos sentamos a la mesa y comenzó el desorbitado desfile de comida. Comenzando por el primer vuelco, una buena sopa de fideo fruto de la cocción de las carnes del cocido. La sopa siempre se mantiene a mano durante toda la comida, ya que la mayoria de los comensales acompañan con ella al segundo vuelco, los garbanzos y el repollo o la berza, dependiendo de la disponibilidad.
Aquí sirven los dos últimos vuelcos en uno, juntando los garbanzos con el compango: chorizo, morcilla, cecina de cabra, tocino, carne de vacuno, costilla; este también incorporaba algo de oreja de la cercana matanza.
Y por supuesto los rellenos, una masa formada por pan tocino y alguna que otra parte del compango, acompañado de huevo y cocido junto con la sopa.
Como os anticipaba la comida resultó pantagruélica.
No contentos con el generoso banquete decidieron, antes del postre, agasajarnos con lomo frito y torreznos, por si alguien se quedaba con hambre; he de decir que el lomo estaba para ponerle un piso en primera linea de playa.
Venta Pepín, una antigua casa de postas, donde aparte de una cocina de calidad, tradicional, contundente y de montaña, existe un trato especial por parte del personal del restaurante, deseoso de quedar bien y hacerlo mejor.
Yo llevaba mucho sin acercarme y ahora me arrepiento de no haber venido en más ocasiones, pero pienso enmendarlo.