Hemos comido en Lausana, pero que nadie se equivoque, no nos hemos ido a Suiza, aunque Silió queda un poco a desmano no es para tanto.
Septiembre 2016. Siempre que vengo a Silió me acuerdo de mi abuelo, él era de Las Fraguas y siempre que tenía ocasión me contaba la anécdota de como y porqué subieron el burro al campanario en este pueblo de Cantabria.
Acerca de sus habitantes se suele decir: «eres más burro que los de Silió…que subieron el burro al campanario». Esta afirmación si bien parte de un suceso constatado no fue realmente así.
Antiguamente por las fiestas de San Facundo y San Primitivo (27 de noviembre), los mozos formaban una torre con los rodales de las carretas que conseguían por el pueblo. Esta pirámide era construida en la plaza de la Reguera junto a la iglesia. Coincidió que por esas fechas un comerciante pasó por el pueblo para vender pimentón dada la cercanía en fechas de la matanza del cerdo. Un grupo de mozos se encargó de pasearle por todas las tabernas, mientras otros pintaban de negro al borrico que traía de un blanco impoluto. A continuación lo ataron por las patas encaramando al animal en el rodal que formaba la cúspide de la torre.
Cuando el pimentonero, después de secar todas las barricas, preguntó por su compañero de viaje la gente le dijo que le habían subido a la torre, entonces el hombre matándose con la razón respondía que no, que el suyo era negro y aquel era blanco.
Con el tiempo el mito derivó en que los mozos subieron el burro al campanario (por cierto únicamente tiene espadaña). Para añadirle más sorna al suceso, alguno contaba que era con objeto de aprovechar los tiernos brotes de hierba que brotaban en lo alto; mientras que el animal a medio camino sacaba la lengua no debido a la soga que lo apretaba, si no relamiéndose de tan apetitoso bocado.
Si hay algo que diferencia a este tradicional restaurante de Silió son sus elaborados de cuchara y una muy buena oferta gastronómica para el fin de semana donde figuran algunas de las principales especialidades del local. Elaboraciones como los garbanzos con jabalí, en el solomillo ibérico con dos salsas o su muy especial bacalao.
Entre semana, que fue cuando me acerqué, tiene un tradicional y artesano menú del día, pensado para habituales y por ello muy esmerada su elaboración.
Tomé de primero una caldereta de cordero, unas patatas perféctamente guisadas y con el característico sabor de esta elaboración, con verduras como fondo del caldo y una buena racioó de carne de cordero, muy aconsejable.
Este es un guiso que no probaba desde hacía bastantes lunas, una de las elaboraciones preferidas de mi padre y que en casa se hacía de vez en cuando, eso sí siempre en invierno, pero a mí me entró de maravilla, aún encontrándonos en pleno verano.
De segundo unos escalopines rellenos de jamón y queso. Muy buenos, hechos por completo por la cocinera de Lausana, con mucho mimo, un clásico que es dificil de encontrar y que la mayoría de las veces no son artesanos como estos.
Venían acompañados de uno pimientos caseros, un pimiento del piquillo y unas patatas artesanas.
De postre tarta con chocolate y cerezas, diferente un a caballo entre un flan y una tarta de queso, muy apetecible.
¿Que más se puede pedir por 10€?.
Bueno, Silió es uno de los lugares más especiales de Cantabria, con historias de burros en campanarios, de la lucha entre el invierno y la primavera «Vijanera» y un buen destino gastronómico, un lugar con mucha historia, que merece la pena visitar sobre todo el primer domingo del año para ver de cerca la tradicion de la Vijanera.
Por cierto, el restaurante Lausana tienen por logo la fachada de la iglesia con ese burro de anécdota.
Plaza Santiago S/N 39438 Silio 42828211