Hemos Comido…en Segis, fin de trayecto y comida, a la entrada nos esperaba una sopa de ajo muy agradable (para los no celiacos).
Acercarte a La Bolera, como siempre lo he conocido, hoy se llama Segis, un día de sol es casi asomarse a una fiesta, todas las mesas ocupadas (guardando los protocolos que marca Sanidad) y en épocas anteriores cuando no había que mantener estas distancias, máximo de grupos y la barra estaba abierta siempre; había una alegría completa y distinta a la actual, la propia de un bullicio mañanero donde se juntan familias enteras y reina la alegría.
Fran te recibe junto a un artilugio desde donde sirve un Ribera, Valduero (que por cierto está muy bueno ). Él te va a buscar un lugar donde sentarte a tomar el aperitivo, el blanco, comer o lo que se tercie.
Nosotros somos de comedor. Tenían preparada, para todo el que se acercara a tomar algo, una sabrosa sopa de ajo. Dejo constancia para que mi buen amigo Sancho Mitchell de Diego, a cargo del Observatorio de la Sopa Castellana, tenga una referencia más y le anticipo que está a la altura.
Comenzamos con unos embutidos, lomo y cecina de cebón. Cualquiera de los dos eran de diez, pero sobre manera la cecina que resulta extraordinaria. También nos presentaron la chuleta que iba a acompañarnos en los segundos.
Para acompañar un Raventós i Blanc, una de mis bodegas favoritas de cava y que siempre que lo encuentro lo elijo.
Media ración de rabas aptas par celiacos, muy pero que muy buenas
Recordé que una de las raciones emblemáticas de este lugar con la gerencia anterior era la asadurilla sobre patatas fritas y les pedí media ración para recordar viejos tiempos y antiguas desayunos después del día de Cantabria hace muchos años. Resultó que la asadurilla también era apta para celiacos y a mi hija le gustó muchísimo, asadurilla tradicional de lechazo y buenos recuerdos con una muy buena asadurilla, eso no tiene precio.
Para terminar una chuleta de tudanca de Quintana. Vaca de más de diez años con una maduración de 90 días y de un marcado sabor, muy en su punto, acompañada de unas patatas artesanas de verdad, Quintana nunca falla.
Veníamos de Cofiño y ya habiamos comido y bebido algo, así que no teníamos cabida para los postres, un acierto de comida. Y muchos de la época en la que nos acercábamos todos los amigos a la verbena y la romería del día de Cantabria en Cabezón, non quedabamos a dormir en tiendas de campaña en Santa Lucía y desayunábamos siempre en La Bolera, desayuno de cocido montañés en adelante.