Comida fusión en su más amplia definición. Cantabria, Galicia y Tex-Mex, este último como plato fuerte del lugar pues en todas las mesas se sirven unos nachos.
Si hay un garito que destaca por las tortillas mañaneras en la zona de Vargas y aledaños es Soul. Llevo siguiendo su trayectoria desde hace unos meses y cada día se supera con alguna nueva incorporación.
Hoy tortilla de gambas. Deliciosa, con el toque justo de picante, una tortilla jugosa sin pasarse, bien pochada, pero sin deshacerse la patata, no es ni de las finas ni de las gruesas. Es como el quinto elemento, perfecta.
En otra ocasión fue la de bonito, todo un clásico de la cocina mañanera santanderina, que estaba para ponerle un piso.
Pero me queda la que más me importa y más me suele gustar, la de callos. Para mí es como un plato combinado: patatas, huevos y callos, de aquí al cielo.
El artífice de este disfrute es Conchi, la cocinera que arrasa con las tortillas por aquella zona, porque hay que tener mano para que el local se llene y todo el mundo pida la tortilla de Conchi.
Los callos son mi perdición, pero no transijo con cualquiera, siempre he llevado una tabla de los mejores y la tortilla de callos es algo sublime a mi entender, es tener un plato combinado en una porción, al contrario que una deconstrucción esto sería una reconstrucción, patatas fritas huevos y callos.
Después de unos días tras la ración que nos ocupa, ya que no sabía que solo la hacen los viernes, algo muy tradicional en la zona de Ribamontan.
La tortilla, al igual que el resto de las tortillas del lugar, está para chuparse los dedos, bien pochada la patata, jugosa, con el huevo justo, pero esta, a diferencia del resto de la oferta de tortillas, con no es con boina, están integrados los callos en la tortilla, son unos callos mas suaves, perfectamente limpios y con su característica textura. El pincho es generoso, pero no se hace pesado. Una delicia de elaboración de la que pienso repetir en cuanto pueda. Otra tortilla recomendable a añadir a la oferta del local.
Soul es un atípico lugar donde tiene cabida todo tipo de elaboraciones, todo surgió a raíz de un desayuno delante de un pincho de tortilla con callos. Oscar, vecino del lugar y un buen amigo, quedó en encargar el menú y este fue el resultado.
Comenzamos con unos tomates. Muy buenos para ser las fechas en las que nos encontramos, acompañados de bonito (del que embota Oscar), un aceite bien sabroso, cebolla roja amortiguada y algún que otro secreto oculto en el aliño. El bonito es superior, empezamos con el listón muy alto y representando a Cantabria.
Seguimos con una ración de careta. Es algo que no probaba desde hace más de veinte años y que fue el origen de esta comida. Parece ser que el carnicero del lugar lo prepara cuando se lo demandan y quedamos en que en cuanto lo tuviera me avisara. La careta se limpia, se cuce y luego va al horno, donde pasa un buen rato hasta que está crujiente. Quedó deliciosa, saladita, no pudimos con toda la ración pues era enorme.
Para terminar, el plato insignia de la casa: los nachos. Ración enorme, con el queso justo, una salsa barbacoa que acompaña a la perfección, muy buen guacamole y cebolla roja. Si te gusta el picante puedes añadir unos jalapeños encurtidos, que para mi gusto pican lo justo y dan a los nachos un toque delicioso. Ya entiendo porqué está la ración en todas la mesas.
Para finalizar, tarta de queso de la casa.
El restaurante comenzó llamándome la atención por las tortillas, pero según voy avanzando voy descubriendo otras cosas, hoy me he enterado de que otro de sus puntos fuertes es la caza, eso sí bajo pedido, habrá que probar.