Hemos Comido…en Las Carolinas, Escuela de Hostelería en los domininios de Alfonso Fraile y Juan Manuel España.
El comedor de «Las Carolinas» se encuentra en la planta baja del edificio. Abrió sus puertas en el año 2004, momento en el que empezó a impartirse en el centro de formación que es el Hotel-Escuela «Las Carolinas» el «Curso de Gestión Integral y Práctica de Negocios Hosteleros».
En «Las Carolinas» se sirven comidas de lunes a viernes, mientras que las cenas se reservan para las noches de los jueves y los viernes.
Son los propios alumnos del «Curso de Gestión Integral y Práctica de Negocios Hosteleros» que se prolonga de Septiembre a Junio los encargados de elaborar los platos y también de servirlos, por lo que tienen así la posibilidad de adquirir conocimientos en los diferentes ámbitos de trabajo de un restaurante.
Tras tomarnos nota y elegir entre los platos, entre los cuatro diferentes menús, nos sirvieron un aperitivo bienvenida con tres diferentes elaboraciones: un gazpacho, un bombón de morcilla y un ceviche de lubina. Excelente declaración de intenciones, muy buenos los aperitivos.
Uno de los comensales comenzó con unos canelones de maganos. Soberbios según su criterio y la verdad es que la pinta era excelente.
El otro comensal tomó una escalibada de verduras. Justas de punto, perfectas según su opinión y acompañadas de una sal y un aceite que le llamó la atención.
Yo tomé de primero arroz de piñones con salsa kimuchi, pulpo y alcachofas. Un lejano sabor de fondo a alcachofa y un excelente y omnipresente sabor a pulpo. Sobre el arroz dudé desde un principio si era tal o si era pasta, pero preguntando de llega a Roma y me sacaron de dudas confirmándome que se trataba efectivamente de una variedad de arroz con una textura muy similar a la pasta fresca. Buenísimo y muy aconsejable, aunque resulte extraña la textura. La salsa kimuchi es una salsa japonesa hecha a base de guindillas, cebolla y ajo, para verduras, carnes, ensaladas, etc. Esta, en concreto, no picaba mucho.
De segundo, los otros dos comensales pidieron una lubina a la sal. Presentada según sale del horno, desespinada y limpia delante del comensal, presentada acompañada de una gran cantidad de verduras y patatas al vapor.
Acompañando a la lubina un aceite que no utilizaron pues, segun ellos, era una de las mejores elaboraciones de lubina que habían probado en su vida y están deseando volver. El aceite no lo utilizaron, pero sí que lo probaron y también les maravilló, un Dominus de cosecha temprana.
En este aceite la molturación de las olivas a una temperatura menor a 20ºC proporciona una potencia y complejidad de aromas que lo hacen verdaderamente único. Limpio, de intenso color verde, debido a su alto contenido clorofílico. Fragrante aroma frutado de aceituna verde, con notas de hierba recién cortada, higuera, alcachofa y almendra verde. Ligeramente amargo y picante sensación de frescor de alta persistencia.
De segundo yo tomé solomillo de cerdo especiado con mozarella fresca y salsa de dos vinos. Aunque pueda parecer lo contrario la presencia de gran cantidad de especia no «mataba» el sabor de la carne, predominando en todo el conjunto la reducción de los dos vinos. Una excelente presentación y una perfecta elaboración, muy bueno y recomendable.
Y pasamos a los postres. Sorbete de melón de lo más refrescante y una choco-naranja con una excelente presencia y un sabor diferente a la mayoría de los postres habituales, muy buena elección.
En resumen, cada vez que vengo no noto la diferencia entre un restaurante y esta escuela. Quizás por que los alumnos están más motivados bajo la atenta mirada de los profesores, tanto los de sala como los de cocina, que no ves pero estan cocinando y que generan este binomio que pone motor a nuestros restaurantes. Siempre que me acerco hay lleno, lo que significa que lo hacen bien y los clientes repiten, pero hay que tener en cuenta que es una escuela, aunque no se note.
Hasta dentro de poco.