Hemos comido…en La Cigaleña, el museo del vino. Un lugar único donde el protagonista siempre es el mundo del vino.
Febrero 2014. Era una asignatura pendiente desde hace muchas fechas la visita a este mítico lugar de culto. Me recibió Andrés, dueño del local y tercera generación. El lugar no ha cambiado prácticamente nada desde su apertura, excepto en ir añadiendo muestras a a su dilatada colección y algun que otro toque típico de manteniemiento de cualquier local.
Un comedor típicamente castellano o similar a los existentes en la parte Austria de Madrid, la Cava Baja; con una buena separación entre las mesas y una carta clásica centrada en temporada y producto. Buenos pescados frescos y carnes, un excelente lechazo y guisos de cuchara. Se nota y mucho, a diferencia con otros restaurantes, la profesionalidad de los camareros, gente con una amplia experiencia en la profesión, siempre atentos y amables.
Enseguida apareció Andrés en el comedor con su recomendación de vino, justo en el momento en que acababan de tomarme nota. Un Domaine Ganevat Pinot Noir Côtes du Jura de 2012.
Me pareció un vino agradable, muy primario, con poco color, frutal, agradable y sencillo, de trago largo. Un vino sabroso para tomar bastante, tapear o acompañar durante un largo período de tiempo, sobremesa etc, una excelente elección, un vino poco habitual y poco conocido.
Comencé comiendo unas claásicas alubias guisadas con chorizo y morcilla. Me recomendaron media ración pues entera igual no me la terminaba. Una ejecución perfecta y una respetable media ración, se le nota el fondo de verdura y el pochado lento. Buen comienzo.
De segundo un gran clásico castellano y algo que siempre preparan a las mil maravillas en este lugar: las chuletillas de lechazo. Buenísimas chuletillas de calidad suprema, hechas a mi gusto: bien tostaditas con la grasa crujiente. Una buena ración, acompañadas de unas estupendas patatas fritas.
La Cigaleña siempre ha destacado por unos platos clásicos, rotando segun la temporada: los tacos de atún, el lechazo, guisos de caza, un soberbio jamón, morcilla, mollejas etc. En fin, una cocina clásica perfectamente ejecutada y sin dudas en torno a la calidad y cantidad del producto.
Pero lo que de verdad asombra es el conocimiendo de Andrés en materias vinícolas. En La Cigaleña he conocido vinos que de otra manera no habría conocido despues de casi cuarenta años frecuentandola, primero con mis padres, de joven todos los viernes y sabados pincho de jamon y vino, despues todos los viernes con un amigo que era habitual este dia a comer y tomar un vino distinto y de unos años a esta parte acompañando a diferentes amigos y clientes de todas partes del mundo. Para mí es un lugar de peregrinación y culto vinicola donde siempre te van a sorpender.
Y para terminar sorpresa, una copita de un Eau de Vie de Marc d´Alsace, un destilado de uva Gewurtraminer con 63º de nada y ni gota de metílico, fino y afrutado.
Daoíz y Velarde 19 Santander 39003 942213062