Hemos Comido…en este restaurante situado en La Albericia, pero no nos llamemos a engaño por su nombre, pues su oferta gastronómica es más amplia
El restaurante La Catedral del Jamón ha conseguido en el tiempo que lleva al frente del mismo José Miguel Fernández y su familia acreditarse no sólo en la Albericia, sino en el conjunto regional ya que su cocina casera y tradicional proporciona al comensal unos sabores exquisitos. A diario dispone de un menú del día, con cinco primeros platos y cinco segundos, más postre y bebida, a un precio muy razonable. La calidad de las materias primas empleadas y la mano que tienen en cocina el propio José Miguel y su esposa Rosario aseguran una variedad y gran calidad. Entre sus especialidades cabe destacar los ibéricos, buen jamón, buena caña de lomo, así como la tortilla de bacalao, el pulpo a la gallega, las croquetas caseras, los callos, las mollejas empanadas o las manitas de cerdo. Otro de los reclamos es el cabrito, o las carnes estofadas. Quien prefiera el pescado, puede elegir unas sabrosas cocochas o un pescado de temporada. Tambien su punta de lanza es el chuletón a la piedra, La carne es de la cabaña propia de José Miguel. Una bodega bien dotada y unos postres también caseros como la tarta de higos.
El pulpo estaba en su punto, bien cocido y cortado con el grosor suficiente para poder sacarle todo el sabor, en muchos sitios lo cortan muy fino para disimular la dureza del mismo, a mí me gusta ese puntito durillo que tan magistralmente suelen darle los gallegos, además últimamente te sueles encontar en muchos restaurantes el típico pulpo congelado cocido, del que se limitan a cortar las rabas con un tijera y calentarle en el microondas, creo que este no era el caso. Las croquetas resultaron cremosas y muy sabrosas, y sobre manera bien fritas en un buen aceite, esto último algo que es dificil de encontrar en la mayoría de los restaurantes debido al reuso de este mismo, o a la utilización de aceites de baja calidad. Seguimos con unos callos, a los que hay que reconocer que fueron de los mejores que he comido últimamente. El último entrante que se probó fueron las mollejas de lechazo salteadas con setas y cebolla caramelizada, que como los restante entrantes resultaron muy de mi gusto. Y pasamos a los platos principales, tres buenos chuletones, una carne bien madura y llena de sabor «Vaca» bien de tamaño, entreveteados, nada que objetar al respecto por parte de ninguno de los comensales. Y otros dos cabrito, no tuve la oprotunidad de probarlo, pero los dos comensales estuvieron satisfechos con el plato. Comimos con un Lagunilla crianza 2007, y sidra. La atencioó perfecta, pendiente y muy cercana. El precio dentro de lo esperado, volveremos.
Emilio Díaz Caneja 39 Santander 39012 942340296
Sabroso chuletón ‘casero’ de vaca pinta de Cantabria
Jornadas del lechazo en La Catedral del jamón
En el barrio santanderino de La Albericia, La Catedral del jamón se ha acreditado en los últimos años tanto por la calidad de su menú del día como por sus carnes rojas a la piedra. Recientemente, su propietario y responsable de la cocina, José Miguel Fernández, organizó unas jornadas gastronómicas en las que el chuletón era la pieza estelar de un menú que tuvo una gran aceptación.
Ahora, durante aproximadamente un mes, sus clientes tendrán la oportunidad de disfrutar con otra propuesta: las jornadas del lechazo. Se propone un menú degustación de 56 euros para dos personas que, en resumen, se puede calificar de largo, sabroso y consistente.
El menú, que incluye un vino de Rioja crianza, el postre casero, el café y el chupito, comienza por una original y potente ensalada de lechazo escabechado con foie. Es interesante el contraste de la fuerza del lechazo con la suavidad que aporta el foie. Todo ello va acompañado por lechuga, pimiento, zanahoria, pasas…
Luego se sirven sendas raciones de mollejas empanadas, muy cremosas, suaves y exquisitas, y de asadurilla en cazuela de barro. Aquí, con el punto justo de picante, destaca el punto conseguido en la cocina.
El lechazo ‘al estilo de la tía Gelines’, «como lo preparaban en casa toda la vida», comenta José Miguel, se elabora en cazuela poco a poco, con agua, la cebolla picada y pochada con aceite, sal y manteca de cerdo, para posteriormente darlo un golpe de horno. Le siguen unas chuletillas de lechazo, también muy sabrosas. De palo, auténticas.
Finalmente, los postres caseros representan el colofón de un menú que no dejará a nadie insatisfecho. Una tarta de queso o la de plátano y chocolate pueden ser dos buenos ejemplos.