Hemos comido…en el restaurante del Hotel Hoyuela, que abrió sus puertas en 1995, se encuentra en la Avenida de los Hoteles, en pleno corazón de El Sardinero.
La elegancia, la funcionalidad y el confort son las señas de identidad del restaurante del Hotel Hoyuela, ya que alrededor de una buena mesa puede nacer un negocio, una amistad o la semilla de un nuevo proyecto.
Y para conseguirlo, nada mejor que las inmejorables vistas del establecimiento, desde donde se puede divisar el mar y el centro histórico de El Sardinero.
Los protagonistas en el restaurante del Hotel Hoyuela, son los platos de la gastronomía de Cantabria, con toques de autor, que se sirven regados con los vinos de una extensa carta con más de 140 referencias y 30 denominaciones de origen.
Una vez cómodamente en nuestra mesa nos acercan las cartas y pensamos en que pedir. Al momento se acerca Carlos el maître del hotel y ante nuestras dudas nos aconseja uno de los dos menús degustación, el corto o el largo, elegimos este último aun quedándonos con ganas de pedir los dos, lo dejaremos para otra ocasión.
Nos ofrecen varios tipos de pan: Chapata, blanco, integral, con ajo y con cebolla, todos templaditos y apetitosos. Nos colocan en el centro de la mesa aceite de oliva virgen y sal maldón, un detalle de calidad muy importante.
Comenzamos con un aperitivo: Saquito de pasta brick y manitas de cerdo, el interior del saquito lleva foie y rabo de ternera, muy rico y bien conjuntado.
Le sigue tar-tar de bonito del Cantábrico con guacamole, acompañado de mayonesa de anchoas, exquisito, con un puntillo picante que se agradece, en perfecta sintonía con los sabores del plato. La maceración del bonito en su punto exacto. Este es una maravillosa fusión de cocina cántabra clásica con la modernidad sin pasarse ni hacer conjunciones raras.
Pasamos a un salteado de verduritas, vieiras, tallarines de calamar y confitura de tomate. Un plato que lleva judía verde y calabacín, la carne de la vieiras a la plancha y sobre los calamares una salsa ali-oli, muy sabroso combinando todos los ingredientes a la perfección y ese sabor dulce del tomate, muy rico.
A continuación y como plato de pescado nos sirvieron un lomo de bacalao en harina de setas y cremoso de patata, sobre una salsa española. Sabroso con el bacalao en su punto exacto de desalado, difícil de conseguir, y conjugando muy bien esa salsa española con el pescado, todo un atrevimiento de Miguel, joven pero gran jefe de cocina.
Y como plato de carne un lomo de ternera de montaña con profiterol de queso tresviso y pimientos tipo Padrón. Carne con mucho sabor de los valles del Esla, con ese punto perfecto. Hacer un aparte del profiterol pues estaba muy sabroso, y los pimientos ya sabemos, unos pican y otros non.
Terminamos con dos postres, el primero Tubo de chocolate y dos helados, mantecado y fruta de la pasión, y el segundo tarta de fusión de naranja y panacota. El tubo tiene una trufa de chocolate digna de disfrutar y los helados sin nada de cristal como si estuvieran recién levantados. La tarta cremosa y con ese sabor lácteo de la panacota muy refrescante, perfecto para terminar esta genial comida.