Hemos Comido…En el paseo de Pereda, en una de la terrazas más concurridas de nuestra ciudad.
Abril 2018. La terraza era de todos conocida como zona de reunión de personal de avanzada edad, cuya meta era pasar la tarde en un lugar donde la temperatura fuese la ideal para que eclosionaran huevos de gallina. Nunca entré en esta terraza debido a que el calor que emanaba en invierno daba miedo. Pero esta vez me encontré con Berrnardo, que trabaja en el grupo, y me convenció para venir algún día y como era viernes decidí ir ese mismo día.
Todo el local ha sufrido una remodelación, ha cambiado de aspecto. En la barra hay pinchos y bollería para el desayuno, se postula como local «casi 24 horas», con opciones para cualquiera de las situaciones del día.
Ciertamente que la terraza con todas las puertas abiertas da gusto y si corre un poco de brisa del nordeste se está de lujo, ya que como haga sol calienta le estructura y se nota, muy agradable.
Una buena colección de espumosos, lo cual para mí es un aliciente más, cavas y champagnes.
Hay un menú del día, una carta y una segunda carta para madrugadores y tardones.
La elección se me hizo difícil pues había bastantes raciones interesantes, así que pregunté y al final pedí una de las recomendaciones y algo que me apetecía.
Mientras esperaba y durante la comida tomé un cava a una temperatura perfecta, fresquito en un caluroso día.
Pan de maíz. Muy esponjoso, por lo cual no es cien por cien de maíz, una mezcla de harinas. Muy bueno.
De aperitivo tusqueta de tomate y albahaca. O eso entendí yo, supongo que se refería al más internacional de los hallazgos de la comida catalana, perfectamente documentado por el publicitario y fotógrafo Leopoldo Pomés, el pan tumaca, en su libro Teoría y práctica del pan con tomate. Resultó una buena rebanada de pan de maíz, con pequeños dados de tomate, sal, albahaca y aceite. Buena rebanada, pero poco ortodoxa según el autor, con un toque cítrico muy agradable y un ligero toque de albahaca que refrescaba el paladar.
Aquí, si juzgamos el aspecto, que ciertamente que no es muy bueno, parece cualquier cosa menos una lasaña. Cuando lo pruebas las cosas cambian. Una bechamel de escándalo, bastante líquida, sin resabores a harina y homogénea; el agradable sabor a marisco impera y el queso, que no enmascaraba todas esas buenas cualidades. Unos buenos dados de lubina y trozos de langostino completaban esta deliciosa lasaña. Buen sabor frente a presentación, si tuviera las dos cosas sería de diez, pero prefiero esta situación que no la contraria, es decir, buen aspecto y mal sabor..
De segundo me aconsejaron el steak tartar. En esto soy un tanto maniático, los steak han de cumplir con una serie de reglas. La primera es que la carne esté cortada a cuchillo, que lo estaba. Y la segunda es que no sea una carne con todo lo que se me ocurra, prefiero que sea lo más minimalista posible, pues lo que ha de notarse es el sabor de la carne, centro de la elaboración.
En mi memoria residen los sabores de tres elaboraciones memorables, El Pericote, La Hostería de Adarzo y el navarro Rodero.
Al final el steak resultó ser de los que se hacen querer, por su impronta de sabor a carne de verdad, su corte y el no estar acompañado de miles de añadidos. Buena recomendación y una buena mano que la elaboró delante mío, a la antigua usanza.
Cuando digo a la antigua usanza me refiero a camareros que ya son difíciles de encontrar (con formación o experiencia, o las dos cosas), que hacen su labor en sala no solo sirviendo las elaboraciones de la cocina y aconsejando acerca de algún vino, también participando en tareas de cocina, como elaborando a la vista del cliente tartares, desespinados y la mítica y vistosa crêpe Suzette y su flambeado in situ.
El tartar acompañado de pan tostado con un velo de aceite de oliva.
De postre también me dejé aconsejar, de hecho me afirmaron que si no me gustaba lo pagaba la chica que me sirvió. Por supuesto que me gustó, una tarta de queso caliente con helado y frutos rojos.
El sitio merece la visita, personal atento y conocedor de la carta con ciertas habilidades raras hoy en día, un precio interesante para hallarse en la milla de oro de Santander y la terraza es de diez, estás en la calle pero no estás, la comodidad de un comedor sin los inconvenientes de la calle.
Paseo de Pereda 20 39004 Santander