Santander Cadelo

Hemos Comido…en Cadelo en el Río de la Pila, el antiguo motor de la movida nocturna santanderina desde los años sesenta hasta los noventa.

Agosto 2014. Cadelo, poeta urbano perteneciente a la fauna santanderina que recitaba poesias a duro la estrofa.

Cadelo viene a ocupar un espacio vacío en el Río de la Pila. Comida de calidad, caracterizada por un buen precio, una buena cocina y una corta, pero estudiada carta.

Lo regentan en cocina Kiano Laherrán y en sala Eduardo Ruigómez. No es necesario sentarte para disfrutar de unas buena raciones, también se puede en la barra. Raciones como el salmorejo, las gambas a la sal, el foie de pollo, los trigueros asados, la brandada de bacalao, el steak tartar, las croquetas o las alitas de pollo.

El local se caracteriza por una decoración minimalista y muy agradable, un poco incómodo por las dimensiones y la contiguidad de la barra, pero coqueto y muy calido debido al empleo de madera limpia.

Como de costumbre habíamos reservado, éramos dos comenasales y nos sentamos justo a la entrada. Nos tomó nota Edu y enseguida comenzó el desfile de raciones.

Detalles como el cesto del pan son otro de los alicientes para acercarse a disfrutar de una cena, comida de calidad.

Comenzamos con unas recomendables y recomendadas gambas a la sal con concasse de tomate. Punto justo, muy tersas y de agradable textura. Nos gustó tanto a los dos comensales que a la hora de escribir este post ya hemos vuelto a pasar por el local a tomar una ración de estas gambas en la barra en dos ocasiones más.

Salmorejo, mi sopa fria preferida. No tengo mucho que decir acerca de él, estaba muy bueno, es algo que puedo tomar a litros, me encanta y si además esta en su justo punto de espesor y frescura, como es el caso, tanto mejor.

Seguimos con un tartar de bonito. Bonito, cebolleta y sal negra, lo justo. Un tartar muy bien elaborado , muy recomendable y sabroso, acompañado de pan recién tostado, preparado para la ración. Como debe de ser un tartar, sin florituras.

Para terminar unas alitas de pollo, acompañadas de una salsa picante con una textura y color similar a la miel, pero bastante picante. Me gusto un montón, un tipo de picante elevado pero no exento de sabor. Los dos comnensales coincidimos en la originalidad de la salsa y lo acertado de su sabor para unas alitas.

Para terminar unos dados de sandía. Algo simple y excelente final de cena veraniega, servida de una manera nada tradicional y fresquita, perfecta para la estación.

Un lugar con una carta diferente a esa carta standard que cohabita en la mayoría de los locales de nuestra ciudad. Parece que como algo se ponga de moda da igual donde vayas, lo vas a encontrara en todos los sitios. En muchas ocasiones las cartas parecen clonadas de una inicial.

Pero esto no ocurre aquí, la carta es diferente, cortita y las raciones tiene un precio razonable. ¡Que poco vamos a tardar en volver! De hecho ya hemos vuelto otras dos veces, y las que nos quedan.