Hemos Comido…en Prada, un lugar de obligatoria visita mínimamente dos veces al año, en primavera y otoño.
A este lugar le distingue su vinculación al mundo de las setas, que habitualmente se dan en primavera y en otoño, por lo que las visitas siempre intentamos que se circunscriban a estas fechas, aunque como vereis hay otras cosas que no son setas, pero justifican la visita.
Comenzamos con un clásico de León, la cecina. Aunque no lo parezca Prada es una franqucia y su casa madre se encuentra en la provincia de León, en Cacabelos; así que la cecina mejor no puede ser.
Comenzamos con un carpaccio. Con un buen punto de maduración, acompañado de un toque de aceite y algo de verde mínimo; siendo la carne tan buena como era no necesitaba nada más.
Continuamos con un salteado de boletus. Delicioso y aquí en Cantabria difícil de encontrar. Por cierto, con la experiencia que tienen aquí en estos elaborados la ración queda mejor imposible, buen corte en laminado y el sabor que todos reconocemos como setas, el boletus.
Y aquí llegamos al quid de la cuestión. Hace bastante tiempo, cuando conocí Prada a Tope, que estuvo primero en la zona del Pesquero y después en la calle Guevara, me llevó un compañero de trabajo a tomar los langostinos con garbanzos que él había tomado y le habían entusiasmado y la verdad es que me encandiló la receta.
Ahora, tras muchos años, vuelvo a probarlos y el resultado es similar a la vez anterior, un guiso de diez, una escusa más que suficiente para acercarte a Treceño.
Continuando con bacalao al ajoarriero. Cremoso y acompañado de unos pimientos asados en casa de los que quitan el hipo.
Bacalao en láminas, justo de cocción y con un marcado sabor a pimiento de leña, una ración muy recomendable.
Para terminar con medio taco te vaca, una carne sabrosa en su punto.
De postre tomamos flan y crema de limón con castañas.
Al final tres comensales y una comida bien intensa en todos los aspectos, producto, sabor y sobre todo un buen quehacer que hace de Prada a Tope una visita muy recomendable.