Restaurante Melly y la temporada del bonito una tradición en Somo que sabe a verano

La llegada del bonito del norte marca, para muchos amantes de la gastronomía cántabra, el inicio de una de las mejores épocas del año. En mi caso, el comienzo de esta temporada siempre va acompañado de una visita al Restaurante Melly, en Somo, un clásico que roza las cuatro décadas de historia y que cada año sigue demostrando por qué es uno de los grandes referentes de la cocina de producto en Cantabria.

Una travesía que es parte del ritual

El acceso al restaurante ya tiene su propio encanto: cruzar la bahía de Santander en la lancha de Los Reginas. El trayecto es corto pero reconfortante, con vistas espectaculares del skyline de la ciudad y el sabor de lo auténtico incluso antes de llegar a la mesa. Una vez en tierra firme, Melly está a escasos minutos andando desde el embarcadero, lo que convierte la experiencia en una pequeña escapada perfecta.

Juan, el alma de Melly, y el anuncio del bonito

Como siempre, Juan nuestro anfitrión nos recibió con su hospitalidad habitual. La noticia que esperábamos no se hizo esperar: ¡hay bonito disponible! Y con eso comenzó el festín.

Cava, conversación y complicidad

Restaurante Melly y el bonito

La experiencia gastronómica arrancó con una copa de Raventós i Blanc Blanc de Blancs 2022, un espumoso fresco y elegante que sustituye con nota a nuestro habitual Llopart. Fue un detalle de un comensal amigo, con quien compartimos, además del vino, una animada conversación que acompañó toda la comida. Esos momentos también forman parte del placer de comer bien.

El protagonista: bonito crudo al natural

bonito crudo al natural

bonito crudo al natural

El bonito crudo fue la primera estrella en desfilar. Corte generoso, apenas intervenido: sal, aceite de oliva virgen extra y una gota de limón. El secreto aquí está en la frescura absoluta del pescado. Recién cortado, con textura firme y sabor limpio. Una elaboración que refleja la filosofía de Melly: dejar que el producto brille por sí solo.

Boquerones con (o sin) sorpresa

Boquerones

Boquerones

Continuamos con media ración de boquerones, servidos con su piel plateada, punto justo de vinagre y acompañados de una mermelada amarga de naranja. Confieso que esta última no es santo de mi devoción, pero es un añadido que muchos clientes adoran. En cualquier caso, basta con apartarla para disfrutar de los boquerones en su máxima expresión.

La marmita: tradición y antojo

marmita de bonito

No podía faltar la marmita de bonito, uno de los platos icónicos del restaurante. Esta vez opté por una ración más ligera, de tamaño “gastroterapia”. Fue mi primera marmita del año, y la disfruté como quien reencuentra un viejo amor: textura melosa, sabor profundo y ese punto de confort que reconcilia con todo.

Bonito encebollado: pura armonía

Bonito encebollado

Bonito encebollado

Bonito encebollado

Para cerrar los salados, compartimos una ración de bonito encebollado. Una receta tradicional que, cuando se ejecuta con precisión, se convierte en un manjar. Aquí, el bonito estaba en su punto exacto de cocción y la cebolla caramelizada aportaba el dulzor justo. Una combinación deliciosa, equilibrada y redonda.

El final dulce de siempre

queso fresco de La Jarradilla con membrillo

El postre fue, como manda la costumbre, queso fresco de La Jarradilla con membrillo y una copita de Pedro Ximénez. Un clásico que no defrauda, y que resume perfectamente el estilo de Melly: sencillez bien ejecutada, tradición y cariño en cada bocado.

Conclusión: Melly, 40 años celebrando el bonito

Melly

El Restaurante Melly está a punto de cumplir 40 años, y lo celebra como mejor sabe: manteniendo viva la esencia de la cocina cántabra y cuidando cada detalle. Visitarlo durante la temporada del bonito no es solo una comida: es un viaje emocional, un reencuentro con la cocina de siempre y una forma de entender el producto desde el respeto absoluto.

Factura Melly

Histórico de visitas a Melly

Por El Mule

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