Hemos Comido…en De Morro Fino, Emilio y Pablo forman un tandem formidable, da gusto acercarse a comer al restaurante, aunque por ahora no tengas más opción que hacerlo en la terraza.
Empezamos con un aperitivo bienvenida, un pincho de bacalao con coliflor, jamón y pil pil. Comienzo de lujo, a partir de aquí todo en ascenso. Siempre que vengo aquí me siento atraído tanto por la carta como por el plato del día o del menú fin de semana, pues tanto monta, monta tanto y todo basado en localidad y estacionalidad.
En esta ocasión los dos comensales apostamos por el plato de día, que tiene un precio de 10,5€ diariamente. Los vimos pasar y la pinta nos encantó, así que comimos plato del día y un segundo. Lo cierto es que solo con el plato del día ya quedamos saciados, pero ya habíamos pedido y no había ninguna prisa por terminar.
Yo tomé un guiso de garbanzos con bacalao, espinacas y su pilpil. Un pedazo de guisote con todo en su sitio y un sabor extraordinario. Un buenísimo mar y tierra.
Mi acompañante tomó una menestra con todo tipo de verduras: champiñón, alcachofa, espárrago, guisante, zanahoria, pencas y algo de jamón; al parecer la mejor que había tomado nunca. Si hay algo que ha marcado la carrera de Emilio es su paso por Vegetalissimo, las jornadas que anualmente organizaba en el Hotel- Balneario de Puente Viesgo; trata los vegetales como nadie.
De segundo bacalao sobre cama de patata, su pilpil y verduras. El bacalao era de verdad de bacalada, desalado perfecto y el plato según el comensal no podía estar mejor.
Yo tomé mi trilogía: callos de wagyú, patatas y pan, un combinado explosivo para el paladar. La ración era enorme, pero con tiempo y cava todo se acaba.
Decididamente es de obligatoria visita.