Hemos Comido…en Casa Cayo, uno de los primeros espadas de la Villa de Potes, un restaurante que dispone de su propio vino y, por supuesto, viñedo.
Siempre ocurre lo mismo, llego a Cayo y la primera parada ha de ser en la barra, a tomar un vino de Potes y más aún si está disponible el suyo, Lusía, una bodega que cambió de manos no hace mucho y que a día de hoy regenta la misma familia que el restaurante. Esta bodega es conocida por ser una de las más importantes de la zona y de las más premiadas.
Esta comida resultó el punto final de un viaje que comenzamos a primera hora de la mañana con la intención de ir haciendo fotos desde San Vicente de la Baquera hasta Potes, con sucesivas y diferentes paradas, salimos a las 7:30 y llegamos a Potes a eso de las 13:30, vamos que, como podeis comprender, hubo muchas paradas, desvíos y por ende muchas fotografías.
El restaurante estuvo apenas un año cerrado, mientras se planteban sus dueños su supervivencia. Al final se impuso la razón y los más beneficiados somos los comensales que a él acudimos, ya que como decía al principio, es un de los principales recursos gastronómicos de Potes.
Lusía,que es un vino monovarietal de mencía, se habia terminado, habían vendido toda la producción. Bebimos Enza, otro vino de las misma bodegas, pero con un coupage distinto y que acompañó a la perfección. Por cierto, Lusía este año pasado obtuvo el Premio Optimum al Mejor VinoTinto de Cantabria.
La comida se centró en un buen cocido lebaniego, ¿para qué más? Con sus tres vuelcos, empezando por la sopa de fideo, de buen sabor fruto del garbanzo y las carnes del compango.
Y los otros dos vuelcos, que aquí los sirven siempre juntos, la berza o repollo, los garbanzos, los rellenos y las carnes.
El resultado fue una comida muy a gusto, junto a mi amigo Fernando, un fotógrafo de cuidado, aunque nunca se lo diré (estaría bueno, los amigos están para dar por saco, no para cantar alabanzas).
De postre, el que no puede faltar en Liébana, los canónigos, unas natillas con merengre que a mí me encantan.
Y como broche final un queso de Pido (de los más antiguos de España) con membrillo y nueces.
Y por supuesto unos quesucos.
Aquí teneis la factura, a ver que os parece, las tres BBB.