Llevaba con ganas de volver a este lugar hace tiempo, ya que mi primera impresión fue muy buena.
Hace unos pocos días pasé por delante y lo vi abierto, así que lo apunté como mi siguiente visita. Por cierto, seguimos peleando contra esta pandemia que nos acosa y que tantas vidas se ha llevado por delante, seguimos con esta suerte de Hostelería Heroica, donde la restauración hace frente a una situación poco menos que insostenible, esperemos que acabe pronto esta pesadilla.
Crema de calabaza. Con un insinuante sabor a queso, me supo a gloria el aperitivo ya que venía con un hambre atroz.
Pasé a un pisto montañés. También en línea de buen producto y elaboración casera, como las de siempre las de casa. Tomate, berenjena, pimiento, etc., eso sí tenía algún que otro champiñón. Un buen primer plato.
Se me hizo difícil decidir el primero, estaba entre unas alubias con jabalí y el pisto; con el segundo me pasó lo mismo, bastante donde elegir en un menú del día a todas luces de buena hechura, pero al final me pudieron las albóndigas. Sobre parmentier y con una salsa de carne (salsa española) con un ligero sabor a ajo y dulzor de cebolla, carne de tudanca, jugosa y de potente sabor.
Al postre no llegué, un poco por estar bastante a gusto y otro poco por exceso de peso, pero hay guisos que se quedan en la palestra, como el cocido montañés, el rabo estofado, el bacalao frito, los callos A Mi Manera, la asadurilla, etc, ya que fuera del menú también hay una oferta muy atrayente, pero de buenas a primeras este me entró por el ojo.
La visita merece la pena desde luego, cocina de casa, cocina para todos los días.