Hemos comido…en El Redoble, si hay que hablar de arroces en Cantabria el lugar de referencia es este.
Mayo 2018. Tengo un amigo, Luis, casado con una alicantina, vive a escasos metros de este lugar y siempre sentecia: «Los mejores arroces son los de El Redoble», y creo que de esto sabe un poco, ya que una de las virtudes de su mujer es hacer arroces como nadie, siempre que tenemos ocasión le pedimos que nos haga uno.
Habíamos estado de visita en la quesería El Pendo, amigos del sector rugbístico, segunda generación, que se han liado la manta a la cabeza y se han puesto a hacer unos quesos exclusivos con la leche de sus ovejas. Ya hablaremos en otro artículo de estos quesos y queseros.
La carta de El Redoble sigue en torno a los arroces, que van cambiando y se ven influenciados por la estacionalidad. La oferta del mercado siempre suele ser bastante extensa en vegetales y pescados sobre todo, este día había mucha variedad de pescado y alcachofas.
Tomanos unas copas de Vitalis con seis meses de barrica, vinos de la Tierra de León en Villamañan, un vino monovarietal de Prieto Picudo. Un vino elaborado aplicando largas maceraciones con el hollejo a temperatura controlada para preservar el carácter frutal. De color cereza intenso con reflejos violáceos. Aroma de fruta madura, de bayas negras. Al paladar suaves taninos, buena acidez y tonos balsámicos, ligero.
Un aperitivo para ir abriendo boca, mojama y crema de calabaza.
Comenzamos con unas alcachofas confitadas. De los últimos mejores puntos que he visto en el mundo del confitado de la alcachofa, tan de moda últimamente. Hasta no hace mucho encontrar alcachofas, fuera de sus áreas de cultivo o tierras originarias, resultaba tarea titánica, pero se ha extendido el gusto por este maravilloso cardo.
La flor abierta, el tallo aparte, acompañadas de sal de vino. Comienzo de comida con uno de mis vegetales favoritos.
Continuamos con una ensalada de bacalao. Emplatada individualmente. Unas lascas de bacalo que no dejaban lugar a dudas sobre su calidad. Un pil pil ligero, berenjena, pimiento, similar a una escalibada pero demasiado suave para mi gusto, aún siendo ingredientes de primera me esperaba un toque más elevado de sabor.
Antes de servirte el arroz te sirven el pato, foie y carne de pato. Muy en su punto, sabroso a rabiar.
Y después te traen un perol, con un arroz meloso pletórico de sabor a hongos, predominando el boletus, pero plagado de senderuelas. Exultante y distinto.
La última vez que tomé un arroz que llevaba pato fue en Valencia en el Llar Roman y también me encantó. Era un a caballo entre arroz y cocido, pero mucho más similar a cocido, solo que en vez de legumbres levaba arroz, tenía pato, manos de cerdo, morcilla, etc. Estaba buenísimo pero era otro concepto, un arroz auténtico de la albufera.
Este último, aún siendo bastante contundente no tenía nada que ver con el valenciano, más fino, sabroso y sobre todo más digerible. En el mundo de mis arroces este se encuentra en la cúspide de la piramide, junto con el arroz lebaniego de El Hostal y los alicantinos de Soderly
De postre el otro comensal tomó milhojas de nata y yogur.
Yo tomé trufa y mango, una combinación explosiva.
El precio y la atención, mejor imposible. Solo nos faltó un sofá para tumbarnos a dormir pues las raciones fueron generosas, pero después había más que hacer.
Por El Mule
Barrio El Perujo 8 39478 Puente Arce