Hemos Comido…en Astillero, en el más clasico del ayuntamiento, Portilla.
Marzo 2015. Portilla es una casa de comidas a la antigua usanza y en toda regla, casa de comidas como pocas quedan en nuestro suelo patrio, banco corrido y amplio menú. Lugar donde comen los de casa, los amigos, los vecinos y donde son siempre bien recibidos los clientes sean de donde sean.
Un lugar donde nadie se va a a quedar con hambre, primero por la generosidad de las raciones y segundo por que siempre te preguntan si quieres más.
Como podeis comprobar la carta es auténtica, escrita con buena letra y presente en todas las mesas para que vayas pensando mientras te traen los cubiertos y te toman nota.
Una buena cantidad de pan y un vino de la casa, acompañado de la ineludible gaseosa para hacer esa mezcla tan española como es en vino con casera, o tinto de verano, el precusor del actual calimocho.
Y comenzamos con el desfile. Éramos tres comensales celebrando el cumpleaños de uno de ellos. De primero dos tomamos arroz con potas y el tercero alubias rojas. El arroz, hacía mucho que no lo tomaba de esta manera, era muy típico en casa de mi abuela. La pota es el cefalópodo más barato del mercado, o suele serlo, pero su buen sabor como añadido a unas patatas o un arroz le hacen merecedor de ser un gran acompañante en las mesas más humildes.
Con las potas también se hacen rabas, a mí me gustan muchísimo, son algo más duras pero también tienen más sabor. El arroz resultó de premio, excelente sabor, perfecto de coción, un recuerdo que me vuelve al paladar.
Al tercero en discordia le dio un par de pasadas a las alubias, dijo que estaban bien buenas, este ya habitual del lugar dice que «como siempre cojonudas»
Y comenzamos con los segundos, donde también coincidí con el otro comensal, albóndigas. Jugosas, acompañadas de unas patatas fritas en dos cocciones y una salsa de rechupete.
El otro comensal tomo otro clásico de nuestra cocina: asadurilla, para quien tuvo los mismos elogios que con las alubias.
De postre, del cual yo no participé pues estaba suficientemente lleno, un buen arroz con leche y un bombón helado.
Chupitos con el café, orujo blanco y con miel, los vasos tenían toda la pinta de ser vasos de té arabes.
En la foto el cumpleañero y la cocinera.
Por El Mule