Estamos en otoño, a principios de noviembre. Qué mejor lugar que nuestra Cabuérniga para disfrutar del color y olores que esta estación nos ofrece.
Noviembre 2015. Para ello paramos en Ruente, cuna de nuestra idiosincrasia, pueblo cubierto de hojas y tradiciones, a cual de las dos más aparente. Elegimos Restaurante Ración Arte, no por casualidad, por afinidad, cercanía e incluso familiaridad.
Lo primero los saludos de rigor, son una pareja encantadora que han sabido rodearse de empleados de la misma condición.
Mesa para dos y sin reserva, sabemos lo que duele presentarse sin reservar.
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Compartimos hasta el pan de hogaza, triscón y rico, ideal compañero de los platos que pedimos.
Nos regalan un poco de cocido montañés, servido en vaso bajo y con cucharilla. Suelto, no especialmente denso pero bien ligado, donde predomina la alubia pequeña, bien tratada; la berza de casa sutilmente cocida y bien integrada.
Queríamos setas, pero diferentes, para ello empezamos con una crema de boletus acompañada de pan frito y virutas de cecina de León, con unas gotas de aceite de oliva virgen extra. Delicioso, con todo el sabor del otoño en la cuchara, con todos los aromas del bosque encerrados en un cuenco.
Seguimos con unos lirios de San Vicente de la Barquera, troceados y fritos, rebozados en comino y acompañados de alioli de aguacate. El rebozo hace de caparazón para preservar todo el sabor a mar cantábrico.
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Continuamos con secreto de cerdo ibérico troceados, elaborado en la parrilla, con escamas de sal, junto a un puré de patata y calabaza (la que se salvó de halloween) y tiras de col lombarda cocida en su justo punto.
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Melocotón confitado con mascarpone y vino; postre sutil, poco dulce, perfecto para terminar la comida.
Helado de mandarina para ayudar a hacer la digestión.
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La sorpresa final, una tarta tibia de boletus y nueces sobre mermelada de arándanos. Algo sublime, parecía turrón blando. Deliciosa.
No faltó el vino. En este caso Malvasía Blanco 2013 de Bodegas Fariña en la D.O. Toro; elaborado a partir de malvasía, controlando la temperatura de fermentación, nos da un vino suave, pleno de aromas y fruta, con 12,5% vol.
Para terminar solo nos faltaba un buen café, por supuesto Dromedario.
Su cocina de otoño sabe a bosque y a tudanca; la de invierno aún no ha llegado, pero daremos cuenta de ella.
Por Alfonso Fraile