Descubriendo Tariego de Cerrato tradición, evolución y sabor en el Mesón del Cerrato

En ocasiones, los desvíos inesperados del camino nos llevan a descubrimientos inolvidables. Así fue como, viniendo de Madrid y debido a obras en la N-1, el GPS me guio por Valladolid. Consulté rápidamente en un foro gastronómico que comparto con otros apasionados del buen comer y fue allí donde el gran Abraham me recomendó el Mesón del Cerrato, en Tariego de Cerrato, Palencia.

Mesón del Cerrato

Tariego de Cerrato: un pueblo excavado en la historia

Tariego es conocido por su singular arquitectura rupestre, con barrios enteros de viviendas y bodegas-cuevas excavadas en la ladera de un cerro. Esta fisonomía le otorga un carácter especial, casi místico, y ofrece al visitante una experiencia que mezcla historia, paisaje y gastronomía.

El Mesón del Cerrato: cocina castellana con evolución familiar

El Mesón del Cerrato comenzó con una propuesta tradicional basada en la cocina castellana más auténtica: chorizo, morcilla, lechazo, sopas de ajo… Todo con materia prima de calidad y el cariño de una cocina hecha con alma.

Con el tiempo, Ángel y Chus, sus fundadores, empezaron a incorporar otros platos al menú, manteniendo la esencia pero abriendo la puerta a nuevas ideas: revuelto de morcilla, bacalao con tomate, sopas de ajo en sartén… Una evolución que se ha mantenido constante, especialmente con la llegada de la segunda generación al frente del negocio.

Hoy son sus tres hijas quienes lo lideran, cada una aportando su visión:

  • Vanesa, la mayor, lidera los fogones y se encarga de los platos caseros de toda la vida: guisos, estofados, platos de cuchara…
  • Patricia, la segunda, está al frente de la sala y la bodega, cuidando el servicio y el maridaje.
  • Yovana, la pequeña, es la creatividad hecha cocina. Diseña postres artesanales y propone platos con un giro moderno, siempre respetando la calidad de los ingredientes y el sabor tradicional.

Mi experiencia gastronómica en el Mesón del Cerrato

Pan Castellano

Croquetas

Salmorejo

Cigales

Croquetas

Después de cruzar Castilla con el coche marcando 39 grados, llegar a una bodega subterránea con temperatura perfecta fue casi como un regalo. Lo primero que pedí fue un salmorejo: fresco, bien equilibrado, ideal para combatir el calor.

Continué con un par de croquetas, que se sirven por unidad —detalle que valoro mucho—, y que resultaron estar perfectamente ejecutadas: crujientes por fuera, sedosas y cremosas por dentro.

El plato estrella fueron unas manos de lechazo, cocinadas con una salsa densa, pegajosa, ligeramente picante, llena de sabor. Se deshacían en la boca. Pedí más pan solo para no dejar rastro de esa maravilla.

Manitas de lechazo

Para acompañar, elegí un Salvueros Rosado de la DO Cigales. Un vino rosado muy fresco, perfecto para contrarrestar la intensidad de los platos castellanos y acompañar el conjunto con elegancia.

Una cocina que respeta la tradición y se atreve a innovar

Factura Mesón del Cerrato

Uno de los grandes aciertos del Mesón del Cerrato es su equilibrio entre la cocina tradicional castellana y la innovación justa. La evolución no ha sido forzada, sino natural, impulsada por una familia que vive la gastronomía desde dentro, desde generaciones.

Mesón del Cerrato

Mesón del Cerrato

Mesón del Cerrato

Mesón del Cerrato

Comedor Mesón del Cerrato

Tariego de Cerrato

Tariego de Cerrato

En mi caso, no pude probar los postres —la ruta me esperaba aún—, pero vi pasar platos de sopa de ajo en sartén y postres con muy buena pinta. Me los dejo pendientes para la próxima visita, que seguro habrá.

Por El Mule

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