Hemos Comido en Melly Gaviota en Somo, la capital cántabra del surf , que cada día se postula como un excelente destino gastronómico gracias a restaurantes como el que nos ocupa.
Septiembre 2016. Juán Angulo es todo un personaje en la gastronomía de Cantabria, aunque torea desde la barrera ya que quien plasma su conocimiento en la cocina a instancias del susodicho es su mujer Asun, toda una cocinera que auna dos mundos: el andaluz por nacimiento y el cántabro por matrimonio.
Elaboraciones simples de producto y paciencia, con precios de menú. En el apartado de vinos quien hace y deshace es Juán, sumiller profesional, otra característica que sumada a las anteriores hacen de este restaurante único en su especie.
En esta ocasión éramos tres comensales, entre ellos mi padre que, a sabiendas de la temporada en la que estábamos y de los muchos premios que acumula el restaurante por sus guisos, no pudo resistrirse a tomar la marmita, una de las especialidades de la casa (siempre que estemos en temporadade bonito) y ni corto ni perezoso dio buena cuenta de la pedazo de ración que le sirvieron.
Yo, fiel a los guisos de Asun, me tomé unos garbanzos con cachón, plato muy típico de la bahía, tradicional, sabroso y ración enorme. Muy recomendable.
El tercero de los comensales tomó tomate de Isla con ajo, algo que no había probado nunca y que resultó de su entera satisfacción, primero por lo bueno que estaba el tomate y segundo por el buen sabor y la novedad de acompañarlo con ajo y aceite.
En los segundos y debido a la celiaquía el tercer comensal tomó unos mejjillones al vapor, excelente mejillón y muy buen punto de cocción.
Mi padre tomó bocartes, los famosos bocartes de Melly, toda una leyenda en el mundo de la cocina de Cantabria, objeto de culto y peregrinación por parte de los amantes de este pescado, entre los que me incluyo. Bocarte siempre del Cantábrico y frito solo por un lado, punto justo justo.
Yo tomé de segundo unos filetes rusos, algo distinto, hacía bastante que no los tomaba y me gustaron, además acompañados de una patatas artesanas, mejor todavía.
De postre todos tomamos crema de limón de elaboración artesana, estupendita. Por aquí ya veo que no ha cambiado nada, «La vida sigue igual», como debe de ser. Qué poco vamos a tardar en volver.