Hemos Comido…en Melly, celebrando su 38 aniversario, se ha explayado con un menú de lo mas atipico.
El día terminó con una cena en Melly por su 38 aniversario. No defraudó lo más mínimo, hizo gala de su baja gastronomía, de su concepto de cocina tradicional, donde según su criterio ya está todo inventado y lo que prima es la cocina de la abuelas, una cocina con base en el producto, la cercanía y mucho mimo, donde el sabor es el centro de la elaboración. La cena estuvo acompañada de tres vinos.
Comenzamos con una alcachofa al ajillo confitada. Un rico ajillo muy acorde con el vegetal.
A continuación, lacón a la gallega, con pimentón y patata. Un clásico gallego que siempre me ha entusiasmado.
Un clásico de las cocinas santanderinas siempre fue el rape alangostado. Este estaba acompañado de una exquisita salsa tártara, no sabría decir qué me gustó más si el rape o la salsa.
Morcilla con pimiento y cebolla confitada de la casa, nada de bote. Me pasó igual que con el rape, me pareció espectacular el acompañamiento, el pimiento y la cebolla estaban de lujo, no quiere decir que la morcilla estuviera mal, que no lo estaba, era de una calidad suprema y sin especiar en exceso, algo que no me gusta en estas elaboraciones.
Para terminar algo con lo que no puedo, patas de pajarraco. Un manjar al que estaban acostumbradas las abuelas, pero que a mí me supera. Bien de colágeno y una rica salsa, pero para quien le guste.
De postre torreznos con naranja y chocolate, para “paladares modernos”.
En el apartado vinos, tomamos tres, yo me limité al blanco inicial ya que los tintos no me sientan bien y no termino de descubrir la razón. Manuel Bea albariño y Colección 880.