Este año me acerqué en epoca de vendimia a Liébana a ver de primera mano parte de la vendimia en las vides de Isabel y Sabino.
Todos los años procuro acercarme a una bodega en la época de vendimia para tomar unas fotos y así hacer un seguimiento de las diferentes maneras de vendimiar de distintos bodegueros. Este año tomé partido por la vendimia en Liébana, en las vides de ORULISA, una primera recogida en Tama destinada al orujo y otra en Pumareña destinada al vino PUM de Sabino.
Realmente odio la vedimia, de niño mi famila se desplazaba a Toro (Zamora) en esta época con toda la familia de mi abuela materna, originaria de este pueblo zamorano donde participábamos todos activamente de la recogida de la uva, grandes madrugones para que no apretase el calor hasta el mediodía donde todo terminaba en una copiosa comida.
Algo que siempre me gustó de esta época era el caracter festivo de la ocasión, lo que odiaba era la tremenda paliza de ir y venir con los cestos de uva. Este caracter festivo se mantine, por lo que he podido comprobar en todas las vendimias, en estas épocas se reunen familia y amigos pues requiere un gran esfuerzo colectivo para en breves jornadas recoger el fruto ya maduro.
En Toro la recolección, por lo menos en mi familia, era para el autoconsumo, familiares y amigos para los que se elaboraba este vino, y lo que sobraba se vendía a la cooperativa.
Y aquí llegamos a donde yo quería llegar, otra tradición de la zona que me llamaba la atención era que todo lo que sobraba de la recolección o de lo que fuera, elaboraciones artesanas, se cambiaba por otras elaboraciones o se vendia a la puerta de las casas, había una gran compartición de trabajos, era muy típico después de vendimiar y al fresco del atradecer desgranar judías preparándolas para el invierno en una de las plazas del pueblo, la plaza del Puerto, donde se reunían sobre todo ancianos a desgranar y un largo etcétera; el vecino tal ayudaba al cual a hacer arrope, a desgranar también maiz, recuerdos de una niñez más compartida que las actuales y más en familia, por supuesto.
Y algo similar a lo anterior pude comprobar que flotaba en el ambiente de esta vendimia, por un lado los trabajadores contratados para vendimiar y por otro un nutridio grupo de amigos y familares dispuestos a trabajar recogiendo uva, para al terminar la jornada compartir una copiosa comida para recuperar fuerzas.
Este caracter lúdico o festivo ha sido siempre un símbolo de la alegría por el final de la cosecha. Y aunque el turismo las está globalizando, lo cierto es que estas celebraciones se remontan a los tiempos en que el vino era algo mágico, un puente entre dioses y hombres.
Os dejo una tira de imágenes a mayor resolución con fotografías de estas jornadas tan particulares.