Esta raza, al igual que muchas otras autóctonas, recibe el nombre del área en la que se localiza, el valle de Tudanca, en la Cordillera Cantábrica.
Se trata de una pequeña raza por su efectivo, local por su distribución geográfica, montañesa por el emplazamiento, rústica por su fondo constitucional, primitiva por antigüedad y fidelidad racial, regresiva por pérdida constante de censos y de aprovechamiento cárnico sin estar dotada de esta especialidad.
Es una raza eumétrica, rectilínea aunque con tendencia ortoide (subcóncava) y medialínea. La capa del ganado tudanco presenta la coloración típica de animal salvaje, estando influenciada por varios factores que modifican sus tonos (edad, sexo, etc.), existiendo un gran dimorfismo sexual que se presenta a partir de un año y medio a dos años y medio, según se trate de machos o hembras, aunque al nacimiento todos son colorados . Además de estas particularidades, lo machos castrados pierden su color típico para tomar la capa de las hembras. En general, los machos presentan degradaciones pigmentarias en las axilas, bragadas, bajo vientre, parte interna de las extremidades y periné, llegando al blanco absoluto alrededor de los ojos y de los labios.
En 1945 esta raza estaba presente en muchos municipios de la provincia de Santander, como ganado de labor. A principios de 1970, comienza su repliegue a zonas montañosas del sur y oeste de la provincia, quedando confinada a zonas escarpadas, de grandes fallas e intrincados pasos, aprovechables exclusivamente por esta raza.
Esta raza tuvo un pasado brillante como animal de tiro, en agricultura y transporte, abasteciendo de trigo a la provincia y suministrando mercancías al puerto de Santander. La importancia de esta raza decayó con la decadencia del negocio portuario, la reducción de pastos en las zonas altas cántabras, el cruzamiento con otras razas foráneas y la mecanización como sustituto del motor animal. Todo esto ha supuesto un cúmulo de contratiempos para esta raza, que la ha obligado a sobrevivir en terrenos de difíciles condiciones, que permite, a falta de una especialización productiva, aprovechada como animal de carne .
El porvenir de esta raza depende de la conservación y mantenimiento, mediante la constitución de una reserva de genes, con la creación de un hato importante que permita, además, mantener un depósito de semen congelado. La inexistencia de recursos para su conservación, se une a la caída de los precios de la carne de vacuno que, iniciada en 1989, provoca que los terneros de esta raza tengan precios insignificantes, al necesitar más tiempo para desarrollarse y un momento óptimo de venta. Esto, provocó que los criadores cubrieran sus vacas con toros de razas cárnicas especializadas, con el fin de compensar el descenso de sus ingresos mediante la obtención de terneros destetados de mayor valor carnicero.
Este tipo de cruzamientos, como ocurre en el resto de las razas de este trabajo, permite el aprovechamiento de la complementariedad de las cualidades maternas de la hembra y el potencial de crecimiento de los machos, aumentando la rentabilidad de los rebaños; sin embargo, puede que no se garantice el mantenimiento del número suficientes de machos tudancos para la reposición de madres puras, lo que puede conducir a la raza a la desaparición por absorción con otras razas.
Su peso ronda los 320 kg en las hembras y los 420 en los machos. La alzada llega a los 135 cm en las hembras y 150 en los machos. La capa más común en los machos reproductores es casi negra, con un «listón» claro que recorre el dorso. Las hembras pueden presentar diferentes capas, aunque todas recuerdan a los colores miméticos propios de las especies salvajes:
- Tasuga. Pelo oscuro en la base y claro en la punta, tal como el tasugo o tejón.
- Avellana. Pelo de color avellanado.
- Josca. Como la tasuga, pero con tonalidad más contrastada.
- Corza. Pelaje pardo anaranjado con punta más clara.
Todas las capas comparten la «sanguijuela», o arco superciliar claro, y es característico de esta raza el «escudo labial» despigmentado en forma de triángulo.
Las astas presentan diferentes formas, aunque la típica es larga, abierta, ligeramente torcida y de base blanca con pitón negro.
Su aspecto es magro, ágil y anguloso, con preponderancia del tren anterior. Tiene andar decidido y elástico, y es de carácter temperamental y vivo.El origen taxonómico es incierto, aunque parece acomodarse a la evolución exitosa de la adaptación al medio del uro. José María de Cossío la describía como “Ágil, fuerte, sobria y resistente”, y fueron estas características las que fueron desplazando a otras razas autóctonas cántabras menos completas para su uso doméstico en una sociedad rural de subsistencia. En efecto, no es la vaca más fuerte, ni la más lechera, ni la que más carne produce, pero es muy fuerte, produce leche rica en grasas, su carne es magra y sabrosa, y sobre todo, requiere pocos cuidados, adaptándose perfectamente al régimen de semi-libertad en el clima montañés.
Antes de la mecanización del campo (no hace muchas décadas en algunas comarcas cántabras), la vaca tudanca era la protagonista de las labores más penosas. A pesar de su reducido tamaño, este bóvido posee una extraordinaria fuerza, que posibilitó el auge de la industria carretera de las zonas montañosas cántabras o palentinas (San Martín de los Herreros, La Lastra, etc).
En la actualidad, su interés económico no es muy alto, lo que ha llevado a la reducción de una cabaña que superaba las 90.000 cabezas a principios de siglo, a los exiguos 13.000 ejemplares de nuestros días,1 mantenidos por ganaderos en los que el recuerdo y agradecimiento a un animal tan ligado a la identidad de las zonas montañosas de Cantabria, Palencia o León han prevalecido sobre los aspectos puramente económicos.
Siendo animales acostumbrados a un régimen de libertad, se seleccionaban las vacas más nobles y fuertes para uncirlas y domarlas en las labores del campo. A éstas se las llamaba «duendas». Por regla general, se prefería para el tiro a las vacas sobre los bueyes, al ser más fáciles de mantener y al combinar una gran fuerza motriz con la producción lechera.Autóctona de la zona occidental de Cantabria. Asimismo de otras zonas españolas como la montaña palentina o leonesa ( La Castilleria, La Pernía, La Lora, La Braña o Fuentes Carrionas). En 1996 el censo de la cabaña en Cantabria ascendía a 8958 cabezas,2 habiéndose recuperado en los últimos años hasta las 12991 cabezas de 2008.1 En la actualidad continúa catalogada como raza autóctona de protección especial.3
Varios ejemplares de tudancas han sido introducidos en áreas naturales de Holanda con el fin de diversificar los brezales y prevenir que los árboles se conviertan en la flora dominante. Johannahoeve y la reserva de Planken Wambuis en Güeldres acogen sendos rebaños.
La tudanca ‘Casuga’ se ha convertido en la más cara vendida hasta el momento, 12.000 euros
‘Casuga’ no es una vaca cualquiera. Es la Miss de la raza tudanca y, además, la más cara de las compradas hasta el momento. Como si de un deportista de élite se tratara, su fichaje por una de las cabañas de Coo, en Los Corrales de Buelna, ha supuesto un desembolso de 12.000 euros. Una compra sin precedentes que tiene como único motivo el deseo de un joven ganadero de tener las tudancas mejor formadas de la región. Se llama Santiago Sañudo y lo suyo viene de estirpe. Su padre, Avelino Sañudo, fue responsable de la finca del Gobierno regional en Coo, La Jerrizuela, y espera que sus hijos sigan la tradición.
El viernes por la tarde cerró una transacción que venía persiguiendo desde hace tres años. El tiempo que le ha costado convencer a otro enamorado de la raza tudanca, Manuel Gutiérrez, de Cieza. Manuel, con cierta pena, reconoce que hace unos días cedió a la insistencia de Santiago. Éste le preguntó, después de una larga conversación, por cuánto vendería a ‘Casuga’. Manuel puso un precio que pensó no iba a pagar, 12.000 euros, pero Santiago quería la vaca y respondió que si ese era el precio, el trato estaba hecho.
Son amigos y les une una misma ilusión, la tudanca, una de las razones por las que Manuel terminó cediendo y dando la enhorabuena a Santiago. «Para verla sufrir con otro no la hubiera vendido. Estoy triste, incluso nervioso, pero se que con él estará bien». Mantener la raza autóctona es el único beneficio que sacan, unas cabañas que les roban parte de lo que ganan, los dos, con otros oficios.
Para Santiago «no es una vaca cualquiera, me encapriché desde que la vi de novilla. Tiene buena capa, buenos cuernos, es fina de cuerpo, de lo mejor de Cantabria. Si la economía lo permite, esto es igual que el que quiere un coche de los buenos».
Manuel habla con cariño de la que ya no es su vaca: «tiene una planta que no la tiene cualquiera». Tiene seis años, está en plenitud y a punto de parir, en unos días. Y aún le quedan otros seis años a pleno rendimiento. En cuanto a sus crías, reconoce que es muy difícil que salga una igual: «una hija será difícil, habrá que esperar dos o tres generaciones para que salga otra como ‘Casuga’». Los dos ganaderos saben que han dado un paso importante en el mantenimiento de la raza autóctona, que con sus esfuerzos, dan relieve a lo que hacen. Pero piden que se potencie, que se ayude a los jóvenes que aún quieren vivir de la ganadería. «Lo peor no es lo que ha costado, el problema está en la brucelosis o la tuberculosis. Eso te hunde, eso si que ya no se paga con dinero, sobre todo en gente que hemos mamado esta ilusión, que sufrimos por mantenerla e incrementarla».
Se despiden. Manuel le desea suerte a Santiago. «Que no se astillen» los afilados y realmente espectaculares cuernos de ‘Casuga’. Porque, coincidiendo con el Pilar la presentará en la ‘olimpiada de las tudancas’, en Cabezón de la Sal.
Asociación Nacional de Criadores de Ganado Vacuno de Raza Tudanca
ESTRUCTURA GENÉTICA DE LA RAZA TUDANCA INFERIDA DE INFORMACIÓN GENEALÓGICA
A partir de estos parámetros se obtuvo la evolución de la pérdida de diversidad a medio plazo (50 años). Entre los animales con endogamia no nula el porcentaje de los que tienen valores elevados (>6,25) es muy elevado (87%), debido en gran medida al gran porcentaje de apareamientos entre animales muy emparentados (hermanos, padre-hijo). Los censos efectivos de genomas fundadores (72) y de ancestros (88) reflejan la base genética de la que proviene la población actual, mientras que la pérdida de variabilidad genética a medio plazo deducida del censo efectivo (18-29) muestra riesgo bajo o moderado.
El Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España incluye a la raza Tudanca entre aquellas que se encuentran en grave regresión o en trance de desaparición, de acuerdo con los criterios establecidos a los efectos por la UE.
Según el criterio del reglamento (CE) Nº 1974/2006 de la comisión, la raza Tudanca se considera una población en riesgo ya que el número de hembras reproductoras es inferior a 7500. Y siguiendo los criterios de clasificación de las razas autóctonas españolas de protección especial propuesto por FEDERAPES (www.federapes.com), esta raza estaría clasificada en la clase B (la de menor riesgo) dentro de la categoría de riesgo moderado.
La ausencia de una información genealógica adecuada no permitió incluir los resultados de esta raza en el trabajo publicado en 2003 (Gutierrez et al., 2003). Durante el año 2009 se finalizó la informatización de la información genealógica disponible, lo que ha permitido llevar a cabo este trabajo que tiene como objetiv analizar la información genealógica para conocer el flujo de genes, la estructura de la población y el riesgo potencial de pérdida de diversidad genética.
El fichero de genealogías constaba de 27.057 registros de animales nacidos entre 1966 y 2010 en 455 explotaciones. Para caracterizar el nivel de profundidad del pedigrí se utilizaron dos parámetros: el porcentaje de ancestros conocidos por generación y el número equivalente de generaciones completas trazadas que se calculó como la suma para todos los ancestros conocidos de cada animal del término (1/2t), siendo t el número de la generación del ancestro de que se trate, y que tendrá un valor de uno para los padres, dos para los abuelos, etc. Se calculó el intervalo generacional para las cuatro vías de transmisión genética como la edad media de los padres cuando se seleccionaba a los descendientes para ser utilizados como reproductores.
Se calcularon los coeficientes de endogamia y de parentesco de cada individuo representado en el fichero de pedigrí, así como el número efectivo de fundadores (Lacy, 1989), el de ancestros y el de genomas fundadores (Boichard et al., 1997). Algunos de estos cálculos se realizaron para el conjunto de la población, y otros para una población de referencia que se consideró la de todos aquellos animales nacidos después del año 2006.
El promedio del número máximo de generaciones conocidas fue inferior a 4 (3,4), y el promedio del número equivalente de generaciones fue 2,03. Los valores de completitud del pedigrí para la población de referencia son parecidos a los que se obtuvieron en la raza Asturiana de la Montaña (Baro et al., 2007) en el caso de las tres primeras generaciones, y significativamente más reducidos a partir de la cuarta generación. Los intervalos entre generaciones corresponden con los de una raza autóctona de aptitud carnicera. En esta raza
la evaluación genética de los machos se basa en información recogida en el propio candidato, por lo que los intervalos entre generaciones son más reducidos.
La elevada consanguinidad de los animales endogámicos (16%), y el elevado porcentaje (87%) de animales con endogamia superior al 6,25 % que es la consanguinidad que generaría el apareamiento entre primos.
En este resultado ejerce una gran influencia los elevados porcentajes (16 %) de apareamientos entre parientes próximos (hermanos, padre-hijo).
El censo efectivo es muy sensible al volumen de información genealógica disponible, por lo que su cálculo mediante el recíproco del doble de la regresión del coeficiente de endogamia sobre la información genealógica de cada animal ajusta para ese factor, y en el caso de la Tudanca proporcionó un valor de 18,4.
Por otro lado, el censo efectivo de la última generación (29) es también claramente inferior al recomendado por la FAO para mantener la diversidad genética a largo plazo, y a medio plazo (próximos 50 años) con la actual estructura, y en el supuesto favorable de apareamiento aleatorio, el incremento esperado en endogamia estará entre el 20,6 y el 13,5 %, lo que indica, de acuerdo con el criterio más importante de censo efectivo de la EAAP (1998), un riesgo o amenaza entre moderado y bajo.
Hay otros criterios adicionales propuestos por la EAAP (1998) para ajustar la categoría de riesgo entre dos adyacentes, como la proporción de registros en el libro genealógico, el cambio en el número de reproductores, el porcentaje de animales de pura raza y de inmigración y el número de rebaños.
El censo efectivo tanto de fundadores, como de ancestros se refiere a la población de referencia (animales nacidos después de 2006) y presentan valores elevados, indicando una escasa concentración en la utilización de reproductores, incluso la relación entre ancestros efectivos y fundadores efectivos no es muy desfavorable, aunque hay que tener en cuenta que la información de pedigrí no es excesivamente completa.
La situación de la raza Tudanca, deducida del análisis de la información genealógica que la asociación dispone, muestra elementos favorables, como son los que hacen referencia a una amplia base genética de la población, y otros menos favorables, como son los que se derivan de la pérdida de variabilidad genética como consecuencia del censo efectivo actual, o el elevado porcentaje de animales con consanguinidades muy elevadas. Los elementos favorables deben ser, de todas formas, acogidos con cierta reserva al ser todavía reducido el nivel de completitud del pedigrí. Se propone evitar apareamientos entre animales que ompartan algún abuelo, y una utilización limitada de la inseminación artificial.
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