Hemos Comido…en La Revuelta, un gastro al que tenía muchas ganas de venir, ya que la pareja del chef es de Cantabria.
El restaurante se encuentra retirado del centro de Málaga, pero puedes llegar facilmente a través del paseo de la Malagueta, aunque la distacia es de unos seis kilómetros, yo lo hice andando a la vuelta, así bajas la comida y puedes combrobar la diferencia entre lo ofertado para güiris (a pìe de playa) y la oferta de calidad de otros lugares menos enfocados a este público.
Cocina de verdad, creativa y con gran influencia cántabra. Fusión franco-cántabro-malagueña que hace disfrutar al comensal con elaboraciones únicas y efímeras, si eliges tapa o si eliges ración prepárate.
El local se encuentra en un antigua barriada de pescadores, tiene pinta de ser un antiguo bar donde la barra ha pasado a ser el muro que aisla la cocina del comedor, a la vez que expositor de lo terminado.
Mientras esperaba, unas aceitunas.
La Revuelta es el proyecto del chef Arnó. Nacido en Normandía, criado en París y crecido en Málaga. Pasó por Cantabria (Annua) como segundo de cocina con Oscar Calleja. En esta aventura le acompaña su pareja, Marta, encargada de la sala (que no estaba el día de la visita) y cuyo origen es cántabro.
Su cocina es difícilmente encasillable, pero siempre tiene como base la tradicional, con una gran influencia de las cocinas asiáticas,
Sardina ahumada, chile dulce, nata agria y creme fraiche de tomate seco y parmesano. La sardina ha terminado siendo un objeto de culto en la cocina, ya nuestro Victor Merino la empezó a valorar, incluso dio nombre a uno de sus retaurantes (La Sardina de Plata). Este pescado está resultando el perfecto anfitrión, saliendo poco a poco del encasillamiento habitual del clásico espeto o brasa. Elaboraciones como la que tenemos delante le añaden valor, si a esto le sumas la creatividad de un chef como este tienes una tapa única que desprende sabor y armonía a raudales.
Fabada con judiones, compango, morcilla de año y chorizo, polvo de seta y cebolleta. Continuamos con cocina contundente, centro de comida, unos judiones que salían de un buen perol donde se estaban cocinado, una vez en el plato se decoran y sirven. Una reinterpretación de las fabes, más suave, ligera y alegre.
Con el vino se liaron y al final me lo sirvieron al acabar el primer plato y después de pedirlo en varias cocasiones, pero fue la única nota discordante de la comida; el problema es que me ofrecieron uno que se les había acabado, y después otro que también, al final en vez de blanco tomé un tinto.
Vara y pulgar 2015 vino de la tierra de Cadiz, está hecha de una de las variedades de uva más raras del suroeste de España. La uva Tintilla se cultivó en Jerez durante muchos siglos; sin embargo, junto con muchas otras variedades desaparecieron después de la epidemia de filoxera a principios del siglo XX.
De color rubí opaco, frutos negros y minerales, jugoso y concentrado en la boca, ofrece sabores concentrados de mora, se vuelven más dulces a medida que se abre el vino, taninos suaves.
Croque monsier de gamba roja, yema ahumada y huevas de tobico. Picantillo al gusto, una de las especialidades de la casa, resulta adictivo. Fluidez, sensualidad, sabor sutil y un ligero picante.
El croque-monsieur es un sándwich elaborado con pan de molde, jamón cocido y queso, generalmente de emmental o gruyer, asado al horno, a la plancha o en una sartén, el clásico de jamón y queso, muy habitual en los domicilios franceses y muy típico de la cena, según me comentó el chef.
Bacalao con jugo de cocido lebaniego y verdinas. La voluptuosidad de la anterior elaboración contrasta con la contundencia de este, final de salado que a mí me recordaba mucho más a un bacalao al azafrán, el sabor del cocido lebaniego no lo encontré por ninguna parte. La verdina se suma al ser una de las mayores recolectoras de sabor que conozco y se funde con un caldo de grandes influencias de azafrán.
He de dejar claro que este era uno de los platos del día.
Se me quedaron en la recámara otras elaboraciones que me llamaron la atención: rollitos vietnamitas de cerdo asado, ensaladilla rusa de centollo, puerros asados, patatas a la crema, taco de calamares fritos, pulpo negro a la brasa con migas y yema, etc..
Demencial, una gozada gastronómica y por cierto, tenía lomo de tudanca en la carta, un crack.