Aún cuando no hemos dejado del todo el verano el cuerpo empieza a pedir guisos invernales, pero también veraniegos, yo los encontré juntos en Bodega La Montaña.
Octubre 2014. Este otoño, diferente a la mayoría de los otoños anteriormente conocidos, ocurre que me apetencen recetas veraniegas a la vez que recetas invernales. Cantabria es una región donde habitualmente existen dos estaciones, verano e invierno, la primavera y el otoño son efímeros.
Este año las témporas entraron de sur y con unas temperaturas de ventitantos, o sea que hasta diciembre habrá viento sur y temperaturas cálidas. Con estos calores te encuentras en la Bodega La Montaña con una exposición plagada de diferentes tipos de gildas y salmorejos, muy refrescantes y estupendos ayudantes para sobrellevar el calor.
Te aferras a un hueco de la barra, pides un vermut (Mariano o Tajamar) uno de Liébana y el otro de Treceño. Por cierto, el vermut con mucho hielo, te lo tomas helado, dos gildas y un salmorejo; pero enseguida te atacan a traición y descubres en el menú del día el famoso cocido lebaniego de La Montaña. ¿Que hago, que hago………..?
Pues está claro: llamas a casa, cuentas una milonga para no ir a comer y te sientas delante de un cocido que no se lo salta un gitano, del que obvié la sopa pues con el salmorejo me había quedado a gusto y le entré a saco a los garbanzos, el repollo y el compaño.
Después de dar buena cuenta del cocido descubres que te aguarda el postre: unos canonigos. Y para bajarlo todo que menos que un chupito de orujo. Vuelta a sudar, la digestión empieza a hacerse notar y pedir su parte de la enegía del cuerpo, que te pide, imperiosamente, siesta y sudoración.
En resumen, en invierno, en verano y entre tiempo Bodega La Montaña.
El Mule Carajonero