Cuando en casa se trata de elegir un restaurante para celebrar y, sobre todo, disfrutar comiendo, hay un nombre que siempre sale primero: La Hermosa de Alba.

Este restaurante, ubicado en la calle Tetuan de Santander, se ha consolidado como un referente en la ciudad gracias a su cocina creativa de base local, sus productos de temporada y, sobre todo, una atención que convierte cada comida en una experiencia personalizada. Su propuesta combina técnica, sensibilidad por el producto y una puesta en escena cercana que invita a dejarse llevar.

La barra, un lugar privilegiado

Siempre que reservo, la única pregunta que recibo es: “¿Dónde os vais a sentar?”.
Y la respuesta es siempre la misma: “Donde siempre”.

Ese “donde siempre” es la barra frente a la cocina, uno de los lugares más especiales del local. No solo es cómoda para comer —algo no tan habitual—, sino que permite disfrutar del espectáculo en vivo del pase de platos, la coordinación del equipo y los emplatados al momento. Todo sin intermediarios, en primera línea.

Un menú en manos de Edu

En La Hermosa de Alba no se trata de pedir a la carta, sino de confiar en Edu, que compone el menú a medida. Su estilo parte de la estacionalidad, el equilibrio de sabores y la incorporación de influencias asiáticas y latinoamericanas con mucha personalidad.
Solo se le hace una pregunta puntual:
—¿Cómo vamos de hambre?

Bocados que resumen una cocina basada en el producto y el sabor

El menú que disfrutamos en esta ocasión comenzó con un tartar de gamba servido sobre una rodaja de lima, cuya acidez contrarrestaba de forma armónica el dulzor y la salinidad del marisco. Un bocado fresco y elegante.

Siguió un Sam de bonito con cebolla roja encurtida y mayonesa japonesa, una combinación muy sabrosa que juega con las texturas.

El siguiente pase fue un cebiche de machote, un pescado ni blanco ni azul, de textura firme que aportaba un excelente bocado. El cebiche estaba equilibrado en acidez, con notas yodadas y un ligero picante que limpiaba el paladar tras cada bocado.

Uno de los clásicos de la casa, el gunkan de steak tartar, había desaparecido temporalmente de la carta, pero ha regresado por demanda de los clientes. Un bocado imprescindible que combina la potencia cárnica del tartar con la delicadeza del formato japonés.

Con el bonito en plena temporada, no podía faltar el bonito con tomate, acompañado de piparras. El taco de bonito, perfectamente sellado, descansaba sobre un tomate fresco de calidad sobresaliente, lo que elevaba un plato aparentemente sencillo.

Le siguió una alita ibérica, melosa y sabrosa, con un perfil herbal muy interesante. La acompañaban una patata asada y cebolla morada, que complementaban el plato con dulzor y cremosidad.

El pase final  fue un Katsu Sando, adaptado en dos versiones: una sin gluten para los comensales celíacos, y otra clásica para mí. Crujiente, jugoso, con un toque de mostaza que redondeaba el conjunto. Un final contundente, sabroso y reconfortante.

Postres que cierran con altura

Para cerrar, dos postres:

  • Un clásico lemon pie, con acidez refrescante y textura sedosa.
  • Y una combinación exótica de maracuyá con chocolate, donde el amargor del cacao equilibraba la intensidad tropical del fruto.

En resumen

¿Dónde comer en Santander?

La Hermosa de Alba no es solo un restaurante — es un espacio donde cada visita se convierte en una ocasión. Si buscas restaurantes recomendados en Cantabria para una experiencia gastronómica auténtica, apunta este nombre. Y si tienes la suerte de elegir asiento… elige “donde siempre.”

Por El Mule

Histórico de visitas a La Hermosa de Alba

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