Hay lugares que uno no visita, sino que peregrina. Rincones que se convierten en parada obligatoria no por costumbre, sino por devoción. En Cabezón de la Sal, en pleno corazón de Cantabria, existe uno de esos espacios donde el tiempo parece detenerse y el paladar encuentra su refugio. Un lugar donde el trato exquisito, la calidad del producto y el mimo en cada detalle hacen que cada visita sea una experiencia para recordar. Y gran parte de esa magia tiene nombre propio: La Abacería de la Sal.

La Abacería de la Sal

Desde primera hora de la mañana, la terraza comienza a llenarse. No es casualidad. Para comer si no reservas, especialmente en fin de semana, lo más probable es que te toque esperar —o resignarte a no encontrar sitio. Esa es la mejor prueba de que aquí se hace algo muy bien. Y no es solo la cocina, es el conjunto: el ambiente, el servicio, la selección de vinos, y ese algo intangible que convierte un bar o restaurante en un lugar de culto.

La Abacería de la Sal

Aunque el restaurante y la terraza brillan con luz propia, hay un rincón que guarda una esencia especial: la barra. Hoy en día, son pocos los que la frecuentan como antaño, pero para algunos —entre los que me incluyo— sigue siendo el lugar ideal para disfrutar de una buena copa y una conversación pausada. Aquí, el cava siempre está fresquito, como debe ser, y la oferta de pinchos y raciones nunca decepciona.

La Abacería de la Sal

La tortilla, jugosa y con ese punto exacto de cocción, es uno de los imprescindibles. Los tomates, de sabor profundo y textura carnosa, son otro de los fijos que no fallan. Y si eres de vermut, aquí encontrarás uno con carácter, perfecto para abrir el apetito o simplemente para disfrutar del momento.

cava

Vermut

Además de su carta y su barra, este lugar ofrece pequeños tesoros que lo acercan al concepto de colmado. En sus estanterías puedes encontrar sales especiales, aceites de oliva virgen extra de altísima calidad, y vinagres gourmet que bien podrían estar en la despensa de cualquier chef. Es un detalle más que habla del cuidado y la pasión con la que se hace todo aquí.

Si pasas por Cabezón de la Sal y te gusta comer bien, este lugar debe estar en tu ruta. No solo por lo que se sirve en la mesa, sino por lo que se respira en el ambiente: autenticidad, cercanía y una devoción por el buen hacer que se transmite en cada plato, en cada copa, en cada gesto.

Por El Mule

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