José Arozamena y Rolando Fernández recuperan el chacolí castreño

Cuando el historiador castreño Ramón Ojeda publicó en 2005 un libro bajo el título ‘El chacolí de Castro Urdiales’ para dejar plasmada una tradición muy arraiga en el municipio durante siglos. No pensó que su obra iba a despertar la inquietud de dos vecinos del barrio de Allendelagua que, seis años después, ya producen su propio vino.

José Arozamena y Rolando Fernández son amigos y, reconocen, «simples aficionados» a la enología. Cada uno tiene su propio trabajo. De ahí que, para ellos, la plantación del chacolí sea un entretenimiento y una manera de recuperar una tradición muy arraigada en la familia. «En casa siempre ha habido alguna viña de moscatel», apunta José al tiempo que insiste en que fue el libro de Ojeda el que les animó a producir su propio vino.
 
Cuentan que el primer año que experimentaron con su viñedo les salió mal el producto final. «Queríamos producir vino y sólo obtuvimos vinagre», apuntan entre risas. Tras ese primer intento fallido, se informaron a través de Internet y en el Centro de Investigación y Formación Agrarias (CIFA) de Cantabria y ahora, pueden presumir de un producir «un buen chacolí». «La verdad es que hemos mejorado mucho en estos años».
 
José y Rolando tienen 80 viñedos repartidos en varias zonas de Allendelagua. El segundo tiene junto a su casa, en su huerta, varias vides. «Las cepas que se utilizan ahora son diferentes a las de hace años que daban un vino de chacolí rojo. Ahora se utilizan cepas francesas, de ahí que el chacolí se ha vuelto blanco», explica.
 
Estos dos castreños, que conocen de memoria la historia del chacolí en Castro, recuerdan cómo una plaga de filoxera (insecto que ataca primero las hojas y después los filamentos de las raíces de las vides) hizo desaparecer en el siglo XIX prácticamente la totalidad de las viñas que se producían en Castro. «Nosotros este año hemos producido unas 80 o 90 botellas pero ha habido años de 160». «En la cosecha del 2009 recogimos la mitad de uvas que en 2008».
 
Además del chacolí, José y Rolando también elaboran una variedad de la sidra, que se conoce como ‘Zarracina’ y que no se elabora con prensa. «Hemos hecho un experimento con esto y también nos ha salido mal, al principio, pero vamos a mejorarlo», dicen convencidos de conseguirlo.
 
Por el momento, no se han planteado comercializar su vino, pero no descartan hacerlo en un futuro. «La gente que lo ha probado dice que está muy bueno, así que vamos a ver como evoluciona esto y en un futuro se estudiará. Esto es cultura y lo que tenemos que hacer es ir abriendo vías. Si no hay pesca y cada vez hay menos vacas habrá que fomentar estas cosas».
 
José y Rolando no quieren entrar en la polémica surgida hace un año con el chacolí y la denominación de origen. Simples «aficionados», se remiten a los datos recogidos en el libro de Ramón Ojeda, en los que apunta que la producción de chacolí en 1851 y 1852 era de 27.664 cántaras en Castro Urdiales, frente a las 11.144 de Gordexola. También recuerdan que en 1771 la producción de este vino en Bilbao era de 7.498 barricas frente a las 16.698 de Castro Urdiales.
 

 

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