Jornadas organizadas por el restaurante El Muelle, teniendo como centro la carne de Antón y Bodegas Altanza.
Ubicada en Fuenmayor (Rioja Alta), nació en octubre de 1998 con un claro principio fundador: elaborar vinos de calidad, de un estilo más vivaz que el clásico Rioja de antaño.
Comenzamos con una degustación de aceite Altanza. Aceite arbequina de marcado sabor y frescura para ser de este tipo, con pan y un poco de sal, un buen comienzo. Un aceite de cultivo ecológico obtenido por prensado en frío. Fresco frutal con apuntes de aceituna verde notas de hierba y tomate.
El primer vino, Valvares de Altanza 2016. De corte moderno, con un registro dulce y complejo, recuerdos del tostado de la barrica, suave y amable, notas de regaliz y fruta dulce. Ideal para acompañar al tartar de vaca, de una pieza de picaña, cortado a un buen tamaño, como me gusta y sin excesivos adornos: cebolleta, aceite, sal, alcaparras, una gota de picante y mostaza antigua; muy de mi agrado, de hecho, repetí.
Por cierto, durante el resto de la comida se pudo repetir de todas las elaboraciones.
Seguimos con unas albóndigas, para algunos resultaron excesivamente contundentes, pero ese era para mí su atractivo. Carne de verdad de ternera, con un pequeño porcentaje de carne de cerdo y sin ningún otro añadido salvo una salsa que aportaba jugosidad al guiso. Una albóndiga muy buena con una buena elaboración.
Las albóndigas se acompañaron con Altanza Edulis, crianza de 12 meses en barrica. En este vino hay una fuerte impronta a regaliz y ahumados, bastante afrutado, muy redondo. Perfecto compañero de la albóndiga y de la mayoría de las carnes.
A continuación mini-hamburguesa con queso, en la misma línea que las carnes anteriores, carnes con sabor, complementada con algo de queso, me sobró el brioche, la tome sin él, mucho mejor.
La hamburguesa la acompañamos con un Lealtanza Reserva 10. Un vino con 18 meses en barrica, que combina la frescura de los frutos rojos con notas de pimienta y sutiles balsámicos con notas de ahumados.
Finalizamos con entrecote cortado a modo de lingote servido sobre un parmentier y acompañado de una salsa concentrada de carne. Carne muy en su punto, tersa, de sabor marcado y con una maduración justa, sin pasarse.
En este pase se acompañó de una selección de la Familia Reserva 09. Un vino con un color guinda marcado y brillos granates de capa alta, frescura en boca redondo y recuerdo dulzón, delicada madera, frutos negros y balsámicos. Un vino muy equilibrado.
Acompañando al postre, un vino más propio de un aperitivo para mi gusto, La Niña de mis Ojos. Vino blanco semidulce elaborado con las variedades Viura y Sauvignon Blanc. Vino amable, joven, seductor y refrescante.
Otra jornada en el restaurante El Muelle del Pesquero, Valentín y compañía siempre nos hacen pasar un buen rato gastronómico.