Hemos Comido…en Paquin al lado de la iglesia de Hermida y después de dar un paseo por Urdón o por los primeros tramos de la pista de Urdón.
El restaurante es una casa al borde de la carretera, con una zona de aparcamiento en uno de sus costados. Entras directamente en el bar, y a su izquierda el comedor.
El lugar es familiar, en el buen sentido de la palabra, Paquín es el taxista del pueblo, la mujer la cocinera, y la hija quién sirve. Al venir de andar un rato y habiendo pasado algo de frio, tiramos por la calle de en medio del menú, consistente en cocido lebaniego, sopa de cocido y el compaño. Después del cocido entre dos nos comimos unos huevos con jamón y patatas.
La sopa densa con esa textura turbia que le proporciona el garbanzo, espesa, rica, buenísima de sabor, y con fideos sin que estos estuvieran recocidos, en resumen una sopa de cocido de diez.
Los garbanzos, de los pequeños, supongo que de León muy sabrosos, con bien de berza, y bien de compaño jamón, tocino, morcilla, carne, costilla, y borono. Muy bien de muy rico, merece la pena como la sopa.
Los huevos con jamón con patatas caseras resultan dignos de ver las lonchas de jamón que acompañaban son de un calibre desmesurado, los huevos de gallina de verdad con pan de pueblo mojón, que tiene como frontera la cantidad de yema porque si no acabas con la panadería una delicia y si ya hablamos de dimensiones podríamos calificarlos de desmesurados, la verdad es que los dos que lo pedimos somos «dos burros de cojones» con los garbanzos ya no podíamos mas pero vimos pasar una ración y se nos antojó, pero con un arduo esfuerzo logramos acabarlos. No sin sudar lo nuestro a lo largo de tamaña hazaña.
Para acompañar la comida el vino de la casa con casera, como todo hijo de vecino eso si con mucho hielo y en vaso de sidra.
Luego los cafés los orujos de miel, la crema de orujo etc.
En resumen el sitio merece la pena, el precio es muy bueno el trato, muy majos las raciones pantagruélicas.