Este año mi regalo de cumpleaños fue juntar a la familia en Huesca durante un fin de semana, para celebralo y movernos un poco por la provincia, que es una maravilla: Loarre, Alquézar y la misma Huesca. Mi cumpleaños caía en viernes y hasta el sábado no nos podíamos reunir toda la familia, por horarios de trabajo. Así que este primer día lo dedicamos para llegar tranquilos a la hora de comer y sentarnos en un sitio céntrico y cercano al hotel.
Siempre suelo hacer lo mismo, localizar el objetivo con anterioridad para luego acercarnos sin prisas. En esta primera toma de contacto me di cuenta de que el lugar estaba en el TOP de la ciudad y al terminar de comer llegué a la conclusión que de lo está en el de toda la provincia.
En el local reina un ambiente dedicado al mundo del tatuaje muy particular, te encuentras todos los tópicos en sus extensas instalaciones. Te reciben justo a la entrada, delante de una pequeña barra que no está habilitada, la espera fue muy breve. El local disfruta de una cocina a la vista, donde una legión de cocineros elaboran su trabajo y hay un continuo ir y venir de camareras haciendo un trabajo de diez. Tiene una carta de vinos muy extensa, presentada en una tablet. Optamos por un champagne, uno de los mas clásicos, Mumm, un antiguo conocido. Por cierto, lo precios de los vinos estaban bastante contenidos.
Este sorprendente establecimiento refleja el proyecto de una pareja (el chef Tonino Valiente y su mujer, Arantxa Sáinz). El nombre de Tatau es un reflejo de la personalidad del chef y sus tatuajes.
Tras ojear la carta nos dimos cuenta de que si por nosotros fuese la pediríamos de principio a fin, pero no era posible, así que decidimos tomar el menú degustación, tenía un precio elevado pero nos apetecía un montón. Al terminar nos alegramos de haberlo pedido, ya que fue una continua explosión de sensaciones agradables, muchas nuevas.
Snacks.
Bombón de Campari con naranja pomada. Directo a la boca, donde explota y el amargor del Campari marca la primera impresión, que luego se complementa con la naranja, para terminar sacándote una sonrisa en esta primera toma de contacto.
Merengue de tomate rosa y butifarra de La Puebla de Castro. Financier de sobrasada y queso Meleses de Radiquero. Snaks que en algún caso se ven complementados o sustituidos con otras elaboraciones que son aptas para celiacos, ya que el otro comensal lo era.
Para mi acompañante, que no podía tomar la croqueta, hicieron una bolita de espinaca con miel y láminas de almendra, increible.
Croqueta de pollo de corral de Poleñino. Una atípica croqueta rellena de pollo asado, sabor a raudales en un clásico de la cocina como es una croqueta de pollo.
Aperitivo en mesa.
Patata al mortero, bacalao y encurtidos. Ya he tomado en alguna ocasión algo similar, pero este iba un punto más allá al incluir unos encurtidos, que amplifican el sabor del conjunto. Todo un descubrimiento.
Aceite, uno muy especifico y raro de la zona, del cual al enterarse que era mi cumpleaños (no sé cómo, pero se enteraron) me regalaron una botella. Aceite de oliva virgen monovarietal de verdeña, recolección temprana y extracción en frío, afrutado y con el caracteristico sabor a "prao" que yo digo, amargo y con cierto picante.
Pan de verdad, dos tipos a cual mejor y que cualquiera acompañaba de cine tanto a la mantequilla (todo un clásico de los aperitivos de hostelería) como al aceite.
A mi acompañante le pusieron una gilda de muy buena presencia y mejor sabor, la diferencia la marcaba el gran sabor que aportaba la aceituna pasificada. La gilda es algo que siempre me apetece, a mi acompañante también.
Tartar de trucha de El Grado. Primera vez que tomo un tartar de trucha y la verdad es que me ha seducido desde el primer bocado, fresco y sabroso, como se insinua en ese formato helado que te lo sirven.
Gamba blanca de Huelva en escabeche. Acompañada de sesos, también ligeramente escabechados. Hacía muchísimos años que no probaba los sesos, me dan un poco de reparo, pero aquí me supieron a gloria. Deliciosa la elaboración.
Soprendente me resultó "Nuestra Ensaladilla", donde tienen una papel muy importante los encurtidos, algo que me encanta, también la acompañaba alguna lasta de trufa, ya que estábamos en temporada por la zona.
El siguiente de la lista fue una vieira, algo que últimamente no pido por su falta de calidad, pero cuando su origen es conocido son una delicia, como en este caso.
Pez de San Pedro. Parece mentira que siendo de Santander la mejor elaboración de este pescado que he tomado haya sido esta. Con un fondo de caldo de pescado que era una delicia, el pescado perfecto de punto y terso. He de deciros que es uno de mis pescados favoritos.
Cochinillo meloso y crujente. Cada día soy menos amigo de las elaboraciones abaja temperatura que en reralidad se basan en cocer la carne, dejan un sabor final que no me convence, están buenas pero no tienen nada que ver con una elaboración tradicional. Esta elaboración estaba buena, pero no es algo que yo pediría.
Solomillo de ciervo. Aquí ya entramos en otra carne que sí que me encantó, perfecta de punto y de gran sabor. Un final perfecto para la parte salada de este menú.
Sorbete de fruta helada.
Queso azul Oʻxortical, miel, masa madre.
Ensalada de cítricos.
Chocolate millot.
Una vez terminado este menú pasamos a tomar el café en una zona a parte, especialmente dispuesta para ello, que incluye un balcón donde poder fumar.
Para mi sorpresa me agasajaron con una tartita esférica con vela y todo. Como os dije antes, no sé cómo, pero sabían que era el cumpleaños de uno de nosotros y al llegar nos lo preguntaron. También me regalaron una botella del aceite que antes os mentaba.
Un perfecto menú degustación, en un local confortable, diferente y entretenido, con un personal agradable y muy profesional. TATAU es un lugar al que volvería sin dudar.