Diciembre 2017. Jauja es un restaurante que tiene prácticamente el mismo aspecto que cuando me acercaba con mi padre a Santoña, hace ya una friolera de años, me acuerdo de acercarnos con un Renault 8 a comprar conservas y anchoas, sobre todo en la época veraniega acompañados de un amigo francés de mi padre que cargaba su coche para pasar el invierno en el país galo.
Una vez acabada la compra, si coincidía con la hora de comer, parábamos siempre en Jauja a comer pescado y marisco, sobre todo.
El restaurante, creo recordar, que mantiene la misma estructura, pues desde aquel entonces no he vuelto a pasar al comedor, una decoración centrada en la caza y la tauriomaquia. En la barra sí que he estado en alguna ocasión a tomar algún pincho y un vino, pero nada más.
Disponen de un menú del día con un buen precio, que fue lo que vi que pedían los comensales que se situaban en los alrededores.
Estando como estaba en la capital mundial de la anchoa no podían faltar un par de ellas como aperitivo; resultaron estar bastante buenas, no estaban saladas, bastante tersas y libres de espinas, bien limpias y de buen sabor.
De primero me tomé una par de nécoras, que me pusieron tres pues según la señora que me atendió le resultaban pequeñas y quería compersarlo poniendo una más. Las nécoras estaban hechas a la plancha y me gustaron mucho, buen punto y con el característico sabor de este marisco, un auténtico sabor marino.
De segundo maganos, jibiones que llaman aquí. Cuatro maganitos bastante más hechos de lo que a mí me gustan, pero bastante buenos aún así.
De postre una mousse de limón, muy de mi agrado, no excesivamente dulce y un final cítrico a una comida de marisco.
La comida estuvo bien, los jibiones así como advertí que no los quería con pochado de cebolla se me olvidó pedir que me los hicieran lo mínimo, y los hicieron de la manera clásica, mea culpa.
Fue muy buena la atención, un buen RCP, tal como lo recordaba algo anclado en el pasado.