Hemos Comido…en el Balneario de La Concha, hace bastante que no comía en este lugar, en su hermado de la margen derecha del edificio no tanto, pero aquí hacía un montón de años.

Octubre 2017. El lugar cuenta con unas vista únicas, pocos restaurante pueden vanagloriarse de tener unas vistas similares, ya que mejores resulta muy difícil. Un viernes, nada más salir del trabajo, después de una semana bien cargada, un lugar como este y una buena comida reconfortan de verdad, y aquí se dan las dos condiciones, ciertamente que sales con las pilas cargadas. 

Santander Balneario de la Concha

Tiene una carta con bastantes y diferentes raciones donde elegir, una cocina de mercado y una buena oferta de pescados de temporada y lonja. La carta, aún siendo en su mayoría de orientación clásica, se permite ciertas licencias que aportan valor a elaboraciones tradicionales.

Santander Balneario de la Concha

Cuando llegué al comedor no estaba excesivamente lleno, pero cuando me fui ya había gente esperando a que se quedara libre alguna mesa.

Santander Balneario de la Concha

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Servían cava por copas y me tomé un par de ellas, de Mont Charell, un brut nature que conocí en esta ocasión 

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Cava elaborado en St. Sadurní d’Anoia a partir de un 35% de Chardonnay, un 30% de Xarel·lo, un 20% de Pinot Blanc, un 10% de Macabeo y un 10% de Parellada. La segunda fermentación se produce dentro de las mismas botellas, y pasa más de 15 meses en la cava antes de su degüelle. A pesar de ser un DO Cava, se asimila mucho a los champagnes.

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Comencé con un carpaccio de rape. Una elaboración perfecta para un día caluroso como el que hacía. El rape estaba buenísimo, el tomate que lo acompañaba aportaba un buen maridaje de sabores, pero el aceite siendo de una calidad extraordinaria enmascaraba el sabor de la elaboración, en la que habían tenido cuidado para no cargar de cítrico el pescado, pero tenía este fallo, el aceite se cargaba un magnífico y estudiado carpaccio. El aceite era magnífico, pero con un carácter muy acusado y con vocación de acompañar a otro tipo de platos más contundentes.

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Lo servían acompañdo de una salsa de soja y unas algas.

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De segundo la apoteosis de la carne picada y una de mis raciones fetiche, las albóndigas. Estas en concreto obligaban a perdonar cualquier pecado anterior. Albóndigas de ternera y foie que son para descubrirse, jugosas, cargadas de sabor y una salsa también sabrosa con un pequeño toque de trufa negra. El éxtasis en forma de albóndiga.

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Si la primera ración resultó un tanto decepcionante, y no por la elaboración si no por la elección del aceite que se carga el plato, esta segunda resulta todo un acierto que te obliga a olvidar el primer tropiezo; aunque la verdad es que unté todo el aceite pues era muy bueno.

De postre otra ración que merece la pena, tarta de queso horneada. Todo un clásico de la cocina cántabra, queso y una base de galleta, uno de los exponentes de la comunidad en la que nos encontramos, donde la leche manda y el queso también.

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El lugar resultó enriquecededor, un sitio con unas vista que animan, una cocina cuidada y estudiada. el servicio solo puedo describirse como excelente, siempre pendiente y ellos fueron quienes me recomendaron el segundo plato que merece subir al altar de las albóndigas.

Santander Balneario de la Concha

 Avenida Reina Victoria 46 Santander 942290919

Por El Mule 

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