Hemos comido…en esta casona palacio de principios del siglo XVII que acoge al Restaurante Palacio Torre de Ruesga. El edificio, encargo del licenciado Juan Fernández del Valle, fue terminado en el año 1610 y posteriormente, en el año 1860 fue reformado. En ese año, sus salones se decoraron con frescos del pintor León Criach.

La decoración de este establecimiento, cuidadosamente restaurado y rehabilitado para convertirlo en un confortable hotel de cuatro estrellas, es de estilo clásico, y en ella predominan los muebles de anticuario.
El comedor del Restaurante Palacio Torre de Ruesga puede albergar a 30 comensales, mientras que la sala de banquetes tiene capacidad para 50 personas, cifra ampliable hasta las 200 si se utilizan carpas. Además, ofrece la posibilidad de un comedor privado, con capacidad para 12 comensales.

La cocina tradicional es la nota dominante de una carta elaborada con productos naturales y preferiblemente cántabros. Lechazo del asón asado, Milhojas de solomillo o parrillada de verduras son algunas de las especialidades de este restaurante. El menú del día tiene un precio de 21 euros, mientras que el menú de banquete puede oscilar entre los 40 y los 90 euros.

Una carta clásica con toques de autor, somos cuatro, pedimos varios entrantes para picar y un segundo plato cada uno. La carta de vinos no es nada especial, con vinos nada buscados y un diseño que no va acorde con el local. Elegimos para acompañar la comida todo un clásico de la Ribera del Duero, un caldo de ese maravilloso bodeguero que es Alejandro Fernández, Pesquera Crianza del 2003. Nos sorprende el apunte del empiece de la carta de vinos donde se indica que han elegido los vinos y que les conceden una puntación, cosa que luego no es cierta. La verdad creemos que es algo que deben tener en cuenta y solventarlo, siempre, claro está, desde nuestro punto de vista.

Comenzamos con Micuit de foiegras casero con habitas; dos buenos tacos de foie y una ración más que generosa de habitas baby, con aceite de oliva virgen y vinagre de cabernet, exquisito en su conjunto, muy sabroso. Un buen hígado, una pena que las melvas que nos traen para acompañarlo dejan bastante que desear, algo húmedas, como si las hubieran hecho demasiado deprisa, y sin quitar los bordes del pan de molde, no creo que deban salir esas melvas así a la mesa, pero bueno no quita para que el foie fuera exquisito.

Le sigue parrillada de verduras naturales, un hermoso plato con tomate, berenjena, calabacín, seta de cardo y espárragos trigueros, estaba rico pero quizá hecho un poco de más.

Y continuamos con ensalada de perdiz roja escabechada. Nos sorprende mucho que nos traigan la parrillada de verduras antes que la ensalada; alguien debería decir a la gente de sala que una de las normas de la gastronomía es que no se debe de sacar a una mesa lo caliente antes que lo frío, pero en fin, sólo es un apunte a tener en cuenta y fácil de subsanar. La ensalada va acompañada de nueces, frambuesas y cóctel de lechugas, con una generosa porción de perdiz, un plato refrescante y rico, aunque desde nuestro punto de vista tenía un exceso de vinagre.

Terminamos el picoteo con albóndigas de lechal con hongos. Seis albóndigas de lechal, sabrosas y muy jugosas, con unas patatas guisadas de guarnición, todo ello sobre un guiso de hongos realmente exquisito, todo un acierto, un plato casero de los que gustan mucho. Nos dejó un gran sabor de boca.

De segundo plato pedimos carrilleras de novilla al vino, milhojas de solomillo con berenjena y foie, huevos caseros con chorizo y lenguado mernier. Las carrilleras estaban exquisitas, jugosas, con tomatito cherry, patata panadera y judías verdes de guarnición, todo un acierto, una maravilla.

El milhojas de solomillo, con la berenjena entre láminas de solomillo y, sobre ello, un buen trozo de foie, rico pero sin ningún misterio. El lenguado mernier era de foto, un lenguado hermoso con un punto de cocción inmejorable y una salsa en su punto, difícil de conseguir, pues muchas veces pica de limón pero hoy estaba superior. Y respecto a los huevos, pues un plato típico, rico, aunque las patatas dejaban mucho que desear, eran prefritas, y un huevo venía roto; creo que en cocina deberían haber hecho otro, pero en fin, seguro que en próximas visitas no volverá a pasar.

Casi no podíamos más y pedimos tres postres al centro. Torrija de sobao pasiego con helado de manzana al orujo de Liébana, increíblemente rico, excelente todo en conjunto, el helado perfecto. Una maravilla de postre y la torrija para nada seca, pídanlo y disfruten como nosotros lo estábamos haciendo.

El segundo fue crujiente de chocolate con praline de avellana. Va sobre unas natillas con unas fresas naturales y dentro del crujiente de chocolate la praline, sabrosísima. Un acierto, sigo creyendo que tenemos que ir por ahí a comer de postres nada más, y eso que aún no les he contado el tercer postre, que fue strudel de manzana con crema de vainilla, típico postre alemán, un hojaldre envolviendo la manzana, los frutos secos sobre la crema de vainilla con una bola de helado del mismo sabor, muy sabroso, consiguiendo que no sepamos qué postre estaba más rico.

El vino estuvo muy bien, lo que esperábamos de él, con un rojo cereza, limpio e intenso, con notas de fruta silvestre, cueros y maderas aromáticas. De media estructura en boca, sedoso, ligeras sensaciones de fruta en licor y con grato final.

En definitiva comimos bien, la factura para los cuatro con café, este último con escaso cuerpo y justo de aroma, ascendió a 182.11 euros, en la media de estos restaurantes, lo que pasa es que la sala no estuvo a la altura. Como detalle decirles, por ejemplo, que no nos cambiaron los platos en todo el picoteo. Imagino que lo solventaran pero mientras, el cliente es el que paga, y 45 euros por cubierto merece un servicio en consonancia. No por ser sitio bonito y tranquilo ya se puede cobrar, tiene que ser un conjunto en general.

El regreso del cocinero Mario Armesilla a sus orígenes, en la cocina de la Torre de Ruesga, se ha plasmado rápidamente en la organización de unas jornadas gastronómicas dedicadas al arroz, programadas del 2 al 18 de julio de 2010.

El menú comienza con una tosta cántabra formada por pimiento rojo asado, ventresca y anchoas.

A continuación se sirve una ración de langostinos cocidos (con dos salsas) y una ración de pulpo con crema de panadera y pimentón de la Vera.

Sin duda, un buen modo de alcanzar el plato principal de la degustación, el arroz, pudiendo elegir el comensal (para un mínimo de dos personas) entre 18 opciones diferentes: paella valenciana, arroz de pollo y verduras, arroz de rabo y setas, arroz de almejas y pulpo, arroz de bacalao con pimientos y garbanzos, arroz de gambas y nécoras, arroz de carabineros, arroz de gambón y mejillones, fideos negros con chopitos, arroz caldoso con manos de cerdo, risotto de mollejas de cordero con boletus, arroz cremoso con almejas, arroz abanda, arroz negro con chipirones, arroz con santiaguiños y habitas, arroz con bogavante nacional, arroz de pescado y marisco, fideua del señorito.

El menú se completa con un postre casero

Vista Hotel Restaurante Torre de Ruesga

Instalaciones Restaurante Torre de Ruesga

20009_torre_ruesga_003

Instalaciones Restaurante Torre de Ruesga
Instalaciones Restaurante Torre de Ruesga
Instalaciones Restaurante Torre de Ruesga

 Barrio La Bárcena S/N 39815 Ruesga 942641060

Etiquetas del articulo

Compartir

Categorías
Scroll al inicio