Hemos comido…en un local totalmente reformado, en dos alturas, con una gran terraza en la que disfrutar durante el buen tiempo. Nos acompañan a nuestra mesa en el piso superior, tiene vigas vistas.

Mesas de aglomerado, con camino de mesa negro, servilleta en tonos grises y negros. Una decoración encaminada hacia lo retrooriental, con bastante buen saber. Las cartas tienen un diseño muy manejable. Denotan buen gusto para hacer las cosas y conseguir que el cliente se sienta cómodo.

Con varios platos que nos apetece pedir, tienen una carta bien escogida, como debe ser; toques del cocinero, pero sin olvidar la materia prima, de la que nuestra región posee en abundancia. Somos dos para comer y nos decantamos por dos picoteos y un segundo plato cada uno. Y para beber un D´anguix Barrica de la Ribera del Duero. La carta de vinos tiene algunas referencias importantes de nuestro panorama vitivinícola y, en general, el precio es razonable, aunque siempre se puede mejorar.

Comenzamos con un aperitivo, un caldito de pescado, muy agradable, entonaba el cuerpo, con buen sabor.El primer entrante fue ensalada el ermitaño (hoja de roble, berros, escarola, frutos secos, virutillas de foie, jamón con salsa de yogurt griego agridulce, pasas y canónigos). Estaba agradable, rica y bien conjuntada. En nuestra opinión es una buena ensalada, con imaginación, quizá el jamón estaría mejor en tacos en vez de en lonchas, pero eso es un gusto particular nuestro.

Seguimos con foie sobre cebolla roja confitada y reducción de Pedro Ximénez. Dos generosas porciones de foie con una pera en almíbar de guarnición, cebolla muy bien pochada y un P.X. en su punto.
De segundo plato pedimos un pescado y una carne. El pescado fue brocheta de rape y langostinos sobre crema de nécoras, un plato sin mucho misterio pero no por ello dejaba de estar muy sabroso, en un buen punto y de ración generosa. Una pena que la crema estuviera fría, un detalle a tener en cuenta, pero de fácil arreglo.

Como carne solicitamos lechazo al aceite balsámico, también muy generoso y muy bien guisado. Se deshacía en la boca. Aunque creemos que el balsámico le podía por completo, quizá otra salsa acompañaría mejor.

Nos traen la carta de postre y la gula nos hace abrir los ojos. No podemos más, hemos comido bien, pero aún así nos arriesgaremos a subir algo más de peso y pedimos para compartir croquetas dulces de chocolate. Un postre templado, con cuatro buenas croquetas, y chocolate líquido dentro de ellas, que van sobre natillas. Un postre agradable y de buen sabor.

Hoy no pedimos café y nos decantamos por un té del puerto. Estaba muy bueno y fresco, quizá hubiera necesitado un colador puesto que llevaba mucha flor rota y se hacía un poco incómodo, pero sabía a té de verdad, una materia no muy fácil de conseguir.

El tinto estaba muy bueno, le faltaba frío pero con un poco de agua que nos trajo muy amablemente la camarera lo arreglamos. Es de bodegas Torre D´anguix, posee un rojo picota con bordes violáceos. En nariz encontramos notas balsámicas, y aromas de frutas negras. Es persistente en boca, consiguiendo un buen ensamblaje con la barrica. Y tiene un precio excepcional, 10€ la botella. Fue un buen compañero de la comida.

El servicio estuvo muy atento en todo momento y Javier demostró una simpatía que hizo nuestra estancia muchísimo más agradable. Se nota que disfruta con su trabajo.

Este restaurante se localiza en una casa exenta con su jardín. Su acceso en coche es sencillo. El local se divide en dos plantas. En la de abajo, según se entra está el bar con tres accesos: Dos de ellos para sendos comedores que hay en esta planta y el otro para los aseos. A través de uno de estos comedores se accede a las escaleras que dan al comedor de la planta de arriba.

Este comedor se encuentra presidido por una obra de arte muy particular: Un bonito mural/colage de cerca de tres por dos metros hecho por Javier exclusivamente con periódicos de El diario Montañes. Todos los detalles están muy cuidados dentro de un estilo rústico.

En la visita que se realizó el primero en comerse fue un foie a la plancha sobre cebolla roja confitada con unas peras cocidas en su jugo de guarnición con una reducción de Pedro Ximenez. Un plato sencillo con una combinación de sabores muy conocida, un acierto seguro. A continuación se probó el pulpo a la plancha un plato muy interesante y fácil de disfrutar casi por cualquiera.

Se continuó con unos timbales de Hojaldre de Torrelavega rellenos de bacalao con una piperada y chips de calabacín su elaboración basada en buenos productos resultó sabroso, otra buena opción.

Se probaron unas colas de rape en brocheta con langostinos, acompañado con una crema de nécoras y yoghurt agridulce, otra muy buena opción.

De postre se probaron unas ricas croquetas dulces de chocolate sobre un fondo de natillas, una excelente opción para acabar con buen sabor de boca esta agradable comida.

Merece la pena visitar esta casa. 

El Cobertizo Restaurante Suances
 
 El Cobertizo Restaurante Suances
 
El Cobertizo Restaurante Suances

El Cobertizo Restaurante Suances

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