Hemos Comido…en Chuleta Balcón del Duero, en Roa, Burgos.
Enero 2017. Hoy hemos disfrutado de una espléndida jornada en Roa, Burgos, visitando un lugar impresionante, Chuleta, El Balcón del Duero. Situado en una de las zonas más altas de Roa, este restaurante disfruta de una vista de kilómetros, situando a sus pies el río Duero, de ahí su segundo nombre, El Balcón del Duero.
La historia de este restaurante es curiosa. Comienza cuando el peñafielense Luis Alonso venía a la Roa con la intención de cortejar a la que posteriormente sería su mujer Pilar Aladro. Luis, antes de llegar al destino, se paraba un par de calles antes, se cambiaba los pantalones y se enfundaba una corbata para que no se viese el barro de las calles sin asfaltar y estar presentable ante su Pili. Coquetería o chulería, el objetivo de conquistar a su amada hizo el efecto que buscaba. Desde entonces al nombre de Luis Alonso le continúa el mote de “Chuleta”.
En 1965, D. Luis Alonso “Chuleta” inaugura un restaurante con un aforo importante y una bodega en los subterráneos. A día de hoy, el alma de Chuleta es el Maestro Asador Joaquín Alonso, hijo del mentor. Con un aforo de 400 personas y tres salones, sus especialidades son varias, predominando los asados, pero sin olvidar las Setas a la Pimienta, Los Espárragos Trigueros, Mariscos o el famoso Besugo al Chuleta.
Dejamos los coches en una plaza a pocos metros del recinto, subimos por una calle estrecha y el edificio, si bien es bonito, no dice lo que esconde. Entramos por un arco con un pequeño portal o recibidor. Abrimos la puerta y se presenta ante nosotros un salón muy grande, con muchísima luz, lo comandan tres enormes ventanales de cristal, dejando una amplia vista de la Ribera del Duero Burgalesa. Mesa redonda para los cinco comensales justo en el ventanal central, lo que da, si cabe, más amplitud de vistas.
El salón no tiene desperdicio, un gran asador a la vista de los comensales con varios cuartos dando ese aroma peculiar del Lechazo Asado al horno de leña. Meto la nariz en el horno y Joaquín, una persona tan peculiar como familiar, me invita a que haga mis pinitos de Asador y que saque un cuarto para una mesa, me falta tiempo para sujetar la paleta y empezar a salivar al ver la pieza.
Para la comida de hoy hemos encargado un par de raciones de Morcilla de Aranda con Chorizo y Pimientos Rojos y dos Cuartos Delanteros del Mejor Lechazo de la zona. Nos va a acompañar Antonio García Figuero, uno de los propietarios de Bodegas Figuero de La Horra.
En la visita que realizamos por la mañana, se nos echó el tiempo encima y dejamos media cata para la comida que habíamos encargado, con el único compromiso de que nos acompañasen en la mesa. Antonio accede encantado y su padre José María, tiene visita médica y tiene que desistir de la propuesta. Día despejado y atmosfera limpia, vistas impresionantes y mesa soleada. Comenzamos con las raciones de Morcilla, Chorizo y Pimientos con una presentación de un plato de barro sobre un hornillo de barro con unas piedras de Carbón, de esta manera se mantiene la temperatura.
Estas raciones las maridaremos con uno de los vinos que teníamos pendientes, un Tinto Figuero Viñas Viejas, vino procedente de viñas con más de 60 años, rojo Picota, muy afrutado, sabor a frutos del bosque con toques de madera suave. Este vino reposa en barrica, al menos, 15 meses y posteriormente otros 12 de crianza en la misma botella, muy acorde a estos embutidos y verdura. Llega el momento cumbre de la comida, es el momento de disfrutar de la maestría de Joaquín y de la joya de la corona de Bodegas Figuero. Se presenta Joaquín con el primer cuarto y una ensalada y nos da una clase práctica de cómo tiene que estar el Lechazo Asado para que tenga el punto óptimo.
Textualmente “Doradito, 3 horas de horno, dos horas y media de un lado y media hora del otro para dorar, no se corta, golpecitos para partir la corteza y que chasque, señal es que la paletilla salga sola para saber que está en su punto, se sala puesto que no ha entrado al centro, se separa la pata y se tiene que ver el vaporeo, se da la vuelta y se separa la paletilla y la pata, se cogen las costillas, si todo está correcto, 10 costillas cuarto delantero y tres cuarto trasero, si faltan, malo. Le incito para que repita el proceso y grabar un video para vosotros con el segundo cuarto.
Si veis el video, entenderéis que disfrutamos de este asado como pocos, un verdadero manjar. Si a ésto le sumamos que tuvimos el privilegio de maridarlo con la joya de las bodegas Figuero, roza el deleite extremo.
El vino para este asado va a ser un Tinus, producción limitada de 1000l./año, elaborado con uvas seleccionadas de viñas de 90 años que dan menos de un kilo por cepa. Con mucha intensidad, sabor a fruta madura con toques especiados. Deja una lágrima gruesa, nos dice Antonio que este vino se vendimia en cestos de castaño de unos 12kg y se fermenta en Barricas francesas de 500l en posición vertical, una crianza de 24 meses en barrica y otro mínimo de 12 meses en la botella. Da un equilibrio perfecto y no podríamos haber elegido mejor vino para este pedazo de Asado.
Estamos tan a gusto que no deseamos ni postre, ni chupitos ni nada. Pero Joaquín nos anima a probar sus postres y cuando me habla del helado, no resisto la tentación, no hay para mí un buen festín que no termine con un toque frio, el resto café. Joaquín nos hace una sobremesa de lo más amena, deleitándonos con su otra pasión, la música. Saxo y guitarra protagonizan un final divertido, familiar y cómplice con los clientes invitando a participar a todos de sus canciones.
A la hora de despedirnos, Joaquín nos invita a conocer la bodega de los subterráneos. Tenemos más de dos horas de viaje y renunciamos a la invitación, eso sí, dejando pendiente esa bodega para la siguiente visita en Chuleta.
Creo que es la primera vez que no os voy a enseñar la cuenta, pero es que, después de verla no tiene mucho sentido. El motivo de ese sinsentido? Tener en cuenta, que tanto el vino como los postres y los cafés fueron invitación de Antonio Figuero y del restaurante respectivamente. 
La cuenta es exclusivamente los dos entrantes y los dos cuartos de Lechazo, entre cinco comensales, a una cantidad ínfima, motivo que puede llevar a equívocos.
Chuleta, Balcón de Duero, lugar que te dejará un positivo recuerdo, tanto por el propio lugar, por su cocina y como no, por su peculiar propietario que no dejará de Asombrarte en sus diferentes facetas. Chuleta y Figuero, un Tándem que deja huella en el paladar.
La Parra 11 09300 Roa 947540312