Hemos Comido…en La Flor de Tetuán, después del buen sabor de boca del centollo que había tomado en La Bodega de Sidro, decidí probar suerte en este emblemático bar de Tetuán.
Febrero 2016. Y sigo con la misma suerte, un centollo del país a un precio bastante bueno: 25€ kilo. Bien lleno, hembra, perfecto de cocción y al natural, delicioso. Si fuesemos un país gastronómicamente civilizado, la apertura de la veda del centollo cántabro debería haber sido noticia entre los gourmets de todo el mundo, pero a mí me interesa más seguir en esta ignorancia, lo que me permite disfrutar por un módico precio de esta maravilla culinaria.
La carne del centollo es considerada un auténtico manjar. Durante los meses de julio a noviembre su pesca suele esta en veda. Lo ideal para cocer el marisco sería hacerlo en agua de mar, pero ante la dificultad de hacernos con ella (cada vez hay más oferta en supermercados y grandes superficies), lo ideal es preparar un agua de cocción con una saturación de sal parecida a la del agua marina. Para ello ponemos una olla alta y grande con 70 gramos de sal por litro de agua, la cantidad de esta sería aproximadamente unos cinco litros por pieza.
En el caso de que el centollo esté vivo, lo pondríamos a cocer en agua fría con sal hasta que hierva, contando a partir de ahí el tiempo de cocción según el peso del crustáceo. En cambio, si la pieza viene muerta, deberíamos echarlo a cocer en agua hirviendo, contando desde el momento de echar el centollo al agua y esta vuelve a hervir, los minutos de cocción.
Pieza de 1/2 Kg, 15 min
Pieza de 1 Kg, 20 min.
Pieza de 2 Kg, 25 min.
La calidad del centollo del Cantábrico es especial y muy superior a otras variedades que podemos encontrar en el mercado. Este crustáceo tiene un pariente de su misma especie, el centollo francés, que posee unas diferencias con el nuestro. La principal la inferior calidad de su carne. El centollo francés se distingue del nuestro principalmente por unos detalles en su caparazón, ya que posee un color rojo mucho más pálido y es más redondeado, grueso y duro que el Cantabrico. Por lo general no presenta algas adheridas a su caparazón y carece de vellosidades en su cáscara, propias del Cantabrico.
Bueno, el centollo resultó una pasada, lleno y bien hecho, el precio de kilo dentro de lo razonable. Para quitar algo el hambre nos tomamos un entrecote, donde pudimos comprobar que los puntos que aplican en este lugar no son casuales, perfecto de punto y bien acompañado de patatas fritas.
En fin, la nota fue abultada pero la ocasión lo merecía, sin ser caro resultó bastante dinero, además se cargó con la ingesta de siete copas de cava, ¡¡¡¡¡¡Un Papeo Perfecto!!!!!
Por El Mule