Comida en El Sol, había quedado con otro comensal, pero un contratiempo de última hora hizo que comiera solo.

Es increíble lo que un buen cocinero es capaz de hacer con una cocina mínima, Diego Bilbao nos deleita con unas elaboraciones hechas para compartir y disfrutar. ¡Qué será el día que vuelvan a la cocina de La Hermosa!

Restaurante el Sol Santander

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Comencé con un par de croquetas. Solo se pueden definir como inmejorables, intensas de sabor, una bechamel ni líquida ni sólida, bien escurridas y con trocitos diseminados que aportan texturas. 

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A continuación una ensaladilla, la de María Eugenia. Es destacable la mayonesa, elaborada en la casa con una parte de aceite de oliva, algo que no suele gustar a la mayoría de los comensales, pero que a mí me encanta y que le aporta a la mayonesa un añadido poco habitual, las aceitunas que le acompañan aportan un valor añadido y complementario al sabor de la mayonesa. En resumen, la ensaladilla está para chuparse los dedos.

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Mejillones a la marinera. Con la clásica salsa cántabra, pimentón, ajo, cayena y algo de vino blanco, siempre son bienvenidos y siempre aportan recuerdos de la infancia.

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Hasta este momento había tomado una copa de Godello, Tilenus, a partir de aquí cambié a un Carmelo Rodeo, un tinto de Ribera del Duero que me pareció muy agradable y acorde con todo o siguiente. 

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Tataki de presa ibérica, sobre una cama de puré. La presa de deshacía en la boca, perfecta de punto y sabrosa, con la grasa justa, golosa.

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El último resultó se un taco de cochinita pibil. A mí no me parecía tal, si no un guiso de falda muy superior a cualquier cochinita. Hay dos tacos que no se me olvidarán nunca y ninguno de ellos ha sido en un restaurante mexicano. El primero, un taco de asadurilla en la Tasquearía de Javi Esteve, y el segundo este. Si tienes ocasión no te lo pierdas, no lo vas a olvidar así como así.

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De postre tiramisú.

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Una comida de diez de principio a fin, contando con todo, con los vinos, las elaboraciones, la cadencia, etc… y todo ello con una cocina minúscula sin casi utensilios. Estoy esperando como agua de mayo la reapertura de La Hermosa de Alba, para que Diego pueda dar el do de pecho.

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Por El Mule

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