Hemos comido en El Origen, en la capital oscense, nuestra despedida gastronómica de un fin de semana en Aragón.
Un buen menú de fin de semana, muy clásico de la cocina tradicional aragonesa, pero yendo un poco más allá, innovando para conseguir unos platos más creativos y frescos, ofreciendo una cocina más moderna y actualizada, productos de temporada de los pequeños productores del territorio aragonés, dándoles la importancia que merecen.
El restaurante se sitúa en la plaza Del Justicia, ubicada en el corazón de la ciudad de Huesca, entre la iglesia de San Lorenzo y la de Santo Domingo, y a escasos metros de La Catedral, el Ayuntamiento, San Pedro el Viejo, el Casino y el parque Miguel Servet. Se trata de una plaza con historia, donde antiguamente se encontraba la parroquia de San Martín, derruida en el s.XIX, para conseguir una plaza que sirviera como recinto ferial de compra venta de cerdos. Así pues, los oscenses la conocen comúnmente como plaza de Los Tocinos.
Al frente del equipo de cocina de El Origen se encuentra Beatriz Allué, una cocinera de raíz que desde su infancia ha mamado el cuidado de la tierra, la importancia del producto y el amor por la tradición.
Acompañamos la comida con un vino de cercanía, un Somontamo, Navateros Raftsmen Chardonnay. De color amarillo pajizo, presenta aromas a manzana, cítricos y flores. Muy fresco en boca. Un vino muy agradable.
Decidimos tomar menú, ya que nos parecía muy bueno y llevábamos dos días de menús de gustación. Así que nos subimos al carro de un menú tradicional y de muy buena pinta.
Dos de los comensales optaron por alubias rojas. Muy buenas según su parecer, con un buen fondo de verduras y un chorrazo de un extraordinario aceite de oliva.
Yo tomé la ensaladilla con sus palomitas. De las mejor aliñadas que he tomado últimamente, diferente, atípica y acompañada de algo de verde pero cortado pequeño; las palomitas me han encantado.
Risotto de verduras. Realmente merecía la pena.
Tartar de trucha. Muy al gusto del comensal, resultó todo un acierto.
Jarrete de ternasco guisado. Para chuparse los dedos, de este tomamos dos de los comensales y no tenía desperdicio, delicioso, sabroso, jugoso, todo un acierto.
Entrecot. En un punto perfecto.
Tres postres diferentes, todos ellos merecían la pena, tarta de queso, chocolates y canario.