Hemos Comido…en el restaurante El Nuevo Molino. Para mí sigue siendo un lugar especial por muchas razones, una de ellas la figura de Víctor Merino, alguien de quien parece que la cocina española se ha olvidado.
Agosto 2012. Como todos los veranos nuestra visita de rigor, como mínimo hacemos una y todos los años nos ha satisfecho desde hace casi veinticinco, venticuatro en concreto, excepto un verano que estuvo cerrado. Nos recibieron como es habitual en la entrada y estuvimos un rato charlando. Nos presentaron la carta junto con un cava a modo de aperitivo mientras decidíamos.
En la carta dispones de dos menús uno largo y estrecho y un menú gastronómico, cada uno de ellos con la opción de maridaje. La carta a parte, y otra novedad es que los pescados ya no figuran en carta, te informan del pescado del día y dependiendo de la oferta es lo que encontrarás. Pienso que es un acierto, siempre vas a disfrutar de la mejor pieza disponible en el mercado.
Al final optamos por un menú gastronómico con maridaje y fue todo un acierto tanto por la composición del menú como por los vinos que nos acompañaron, todos de Bodegas Torres.
La cena
Comenzamos con la ya clásica degustación de aceites que me sorprendió, la verdad es que cada vez que lo pruebo me ocurre. En resumen, no deja de sorprenderme el aceite de origen catalán de la variedad de olivas griegas koroneiki. Es un aceite de oliva afrutado medio alto, de agradable gusto, donde predominan las frutas maduras como el plátano y la fresa. El verde hierba medio y equilibrado con el amargo. El picante destaca la personalidad de este aceite de oliva, dejando un agradable y persistente gusto en la boca.
Antes de nada te ofrecen distintas variedades de pan, yo tomé uno con cebolla y a la vez me sirvieron uno blanco para acompañar al aceite. Seguidamente nos sirvieron un aperitivo bienvenida, un gazpacho muy bueno, además dado el día que hacía se agradece este tipo de entrante y una galletita de la que me sorprendió el sabor y la textura, contenía sésamo y hierbabuena, pero no logré determinar el resto.
En breves instantes tras acabar con los entrantes nos sirvieron el primer plato. Ensalada de bacalao, setas y pimientos en costra de patata con su pil pil. Un plato excepcional, un pil pil sabroso acompañaba al conjunto, un bacalao de gran calidad distribuido en gajos, con una textura similar, o por lo menos a mí me recuerda a la langosta y un punto perfecto cubierto con una rodaja de patata que a modo de tapa y que recoge el sabor tanto del pil pil, como del bacalao, una delicia. Este plato venía acompañado de un Fransola Sauvignon Blanc 2010 DO Penedés, un blanco especial por su fermentación parcial en barrica, con una fina acidez que acompaña a lo largo de todo el paso por boca, ideal para acompañar pescados y mariscos.
De segundo plato, pescado según mercado, y en esta ocasión rape sobre una salsa de trompetas de los muertos. Un buen trozo de pescado hecho a un punto PERFECTO y la salsa de Craterellus Cornucopioides que acompañaba al pescado a la perfección. Otro magnífico plato, esta vez acompañado de un Marimar Estate 2008, un blanco muy peculiar, un chardonnay californiano de compleja nariz, paladar intenso y cremoso, con un largo final.
Y para terminar una carne, entrecote trinchado, chupa chups de pimiento rojo y jugo de melón y pepino. El jugo de melón y pepino presentado en una probeta al más puro estilo Doctor Chiflado, pero el autentico, Jerry Lewis(1963). El chupa chups muy conseguido y de buen sabor. La carne excepcional, un buen taco de carne fileteado en su punto, acompañada de tres verduritas, calabacín, espárrago y zanahoria. A este plato le acompañaba un Celeste crianza del 2009, un Ribera del Duero cien por cien tempranillo, crianza durante 6 meses en barrica de roble americano, francés y del Este. Su bodega, a 900 metros de altitud, es la más alta en la Ribera del Duero. Untuoso, afrutado, con mucho cuerpo y color, en boca, la entrada es agradable y redonda, con taninos suaves. Final afrutado.
De postre nos sirvieron con el menú helado de queso sobre coulis de frambuesa y crujiente de almendra. Un postre ya conocido de otras ocasiones igual de bueno. El postre venia acompañado de un Floralis Moscatel Oro, uno de los vinos más clásicos de bodegas Torres. El moscatel tiene una perspectiva aromática inconfundible muy característica, con perfumes florales (rosa, geranio, hierba luisa). Su paladar es concentrado pero ligero, amplio y de delicado, un vino muy de moda últimamente sobre todo en la otra orilla del charco.
En resumen el lugar no ha cambiado en lo referente a calidad y atención (por cierto, de lo más agradable), es de lo mejorcito de nuestra comunidad. Este año me ha chiflado el menú y sobre todo el maridaje. Creo que van ganado con el tiempo, como un buen vino.
Los vinos del maridaje