Hemos Comido…en El Muelle en el Barrio Pesquero, uno de nuestros destinos favoritos para tomar pescado y marisco.
Ya nos tenían preparado el cava, bien fresquito, además es un cava muy de nuestro agrado, un Aria Brut Nature que solemos tomar en este local.
Comenzamos tomando unas gambas a la plancha, con el característico punto justo que suelen darle en este sitio, muy buenas como suele se habitual, esa es una de las razones por las que repetimos, tanto de lugar como de ración.
Nos pusieron de tapa un escabeche de atún, Valentín sabe que me pirrian los escabeches y cada vez que se entera que voy me tiene uno distinto prepaparado a modo de aperitivo, habitualmente escabeches de pescado muy suaves y donde prevalece el sabor de la materia prima.
Continuamos con media ración de rabas para celiacos, el aspecto las desmerece aunque el sabor no, rabas de calamar terciado fresco. Digo que el aspecto las demerece por la sigueinte razón: al utilizar otras harinas estas no cubren de la misma manera aunque en algunos casos a mí me gustan más, como es el caso de la harina de garbanzo, y los bocartes los cubre peor pero me gusta más el sabor.
Con las siguientes sí que no hay problema de gluten, unas cigalas de buen tamaño, fresquísimas y de una extraordinaria calidad. Las disfrutamos de verdad, no es algo que suela verse ni pedirse habitualmente, entre otras razones por que el precio manda y en estos casos suele ser bastante elevado.
Los dos comensales celiacos tenían ganas de bocartes, bocartes fritos con harina que me pereció de maiz, como podeis ver el aspecto es distinto al habitual, pero estaban buenísimos, frititos y crujientes para comerlos como pipas. Dieron cuentas de la ración rápidamente. El bocarte era de buen tamaño, del Cantábrico, al tener cantidad de grasa la fritura resulta muy jugosa.
Yo tomé de segundo una fideua. Inocente de mí pregunté si me hacían una ración y accedieron, pero la ración era enorme, mínimo para dos, pero los otros dos eran celiacos así que de pasta nada, por lo que comí una barbaridad entre otras cosas por que estaba de escándalo y me llevé la cena para casa en un tuper.
Velentín no nos defrauda nunca, buena atención, mejores productos y un precio razonable, que más se puede pedir. Lo más caro de todo las Coca Cola, de unos de los comensales.